El artesano José Abel Castillo Martínez lleva más de cinco décadas perfeccionando su técnica para la elaboración de las tradicionales esferas navideñas de Tlalpujahua, Michoacán, una comunidad que lleva el espíritu de la Navidad todo el año y que muestra su mayor fuerza en la Feria Anual de la Esfera.

En entrevista, el creador comenta que desde que tenía 14 años comenzó en su especialización como productor artesanal de esferas de vidrio soplado, una tradición que heredó de su padre.

“Durante todo el tiempo que llevo elaborando esferas siempre he tratado de mejorar la calidad; buscar mejores materiales, diseños novedosos, tanto de la forma de la esfera como la manera en la que van decoradas. Me ayudó mucho que en 1983 pude tener mi taller familiar, con lo que empezó mi camino de maestro artesano hasta llegar a ser instructor técnico artesanal”, señala.

Castillo Martínez, quien es instructor artesanal en el Instituto de Capacitación para el Trabajo del Estado de Michoacán, además de ser uno de los maestros artesanos más reconocidos de la región por la calidad en la elaboración de la esfera, gestionó con la ayuda de otros productores, la creación de la Marca Región de Origen de la Esfera de Tlalpujahua, para su protección y registro ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI).

“A pesar de que hubo un tiempo en que las esferas chinas quisieron apropiarse de la venta en Tlalpujahua, los más de 300 talleres de esferas artesanales que hay en el pueblo nos unimos para dar batalla a esta invasión y afortunadamente hemos ganado terreno. La gente sabe distinguir una buena esfera, las hechas a mano por artesanos tienen un piquito en la base, que es una rebaba que queda después del soplado, a diferencia de la que se hace en máquina que es un molde y no deja esa marca; las personas valoran el proceso que hay detrás”, dice.

De acuerdo con Abel Castillo, el proceso para la elaboración de la esfera conlleva varios días de trabajo y el esfuerzo de cientos de artesanos.

“La esfera navideña de Tlalpujahua es ampliamente conocida en México y el mundo por su producción manual y por las técnicas tradicionales”, afirma.

El proceso, explica, empieza con la fundición del vidrio y su posterior soplado. El número de piezas cambia según diseño y tamaño, por ejemplo, “esferas del tamaño de una pelota de béisbol, redondas, el artesano puede inflar entre mil a mil 300 piezas en un turno de ocho horas; pero, entre más grande sea la esfera o tenga una forma diferente a la redonda, por ejemplo, con forma de manzana o de pera, solo se pueden inflar entre 100 y 120 piezas en ocho horas, y eso únicamente es el inflado”, explica Abel Castillo.

El proceso, agrega, sigue con el decorado, los ornamentos de colores se hacen con paciencia y el talento de cada artesano, quien le da su toque especial. Las piezas que parecen espejos llevan una película de plata pura en su interior, afirma.

“Los compradores lo saben y es raro ver a una persona en el pueblo que no lleve al menos una caja de esferas de los artesanos”, comenta.

Finalmente, el también fundador del Consejo Michoacana de Marcas Colectivas recuerda que las artesanías mexicanas como estas esferas son el resultado de un trabajo manual único, el cual contiene y refleja la identidad, la diversidad cultural y las tradiciones de la localidad de Tlalpujahua y de Michoacán.

Por Veral