El modelo hegemónico de masculinidad trae riesgos implícitos para los seres humanos: mujeres, hombres y otras identidades. Eso se hace visible, por ejemplo, en la sobremortalidad de los varones en América Latina, y en las primeras causas de muerte masculina en nuestro país.
En México, los varones tienen mayor probabilidad de morir más jóvenes en comparación con las mujeres. En la capital del país, según un estudio de los institutos nacionales de Estadística y Geografía, y de las Mujeres (2018), su esperanza de vida es cinco años menor, refiere el académico del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, César Torres Cruz.
Con motivo del Día Internacional del Hombre, que se conmemora el 19 de noviembre, detalla que desde los 15 y hasta los 40 años de edad, las primeras causas de fallecimiento de los mexicanos son: agresiones (mueren por hacerse los machos, pelear en la calle, golpearse, etcétera); accidentes de tránsito en vehículos conducidos mayoritariamente por ellos; enfermedad hepática relacionada con el consumo exacerbado de alcohol; y suicidio.
Esas causas se relacionan con género, con un modelo hegemónico de masculinidad, el cual enseña que “ser hombre es equivalente a ser fuerte, arriesgado, temerario, enfrentar el peligro, aunque en la vida cotidiana eso tiene efectos nocivos para nosotros. Por eso es muy probable que muramos más jóvenes, por agredirnos o por no acudir al médico y así demostrar que uno resiste todo el tiempo”, recalca.
El doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM expone que, a partir de una mirada crítica, “me sumo a las voces que crean disputa y polémica, y cuestionan por qué tener esta conmemoración si en sociedades patriarcales parece que todos los días son el ‘día del hombre’. Personalmente no estoy a favor de esta iniciativa, pero podemos aprovecharla para fomentar relaciones de género más equitativas y reiterar que el modelo de masculinidad mencionado trae implícitos riesgos para todos los seres humanos”.
Aunque la fecha comenzó a popularizarse en nuestra nación hace cuatro o cinco años, la conmemoración se proclamó en 1999, en Trinidad y Tobago, el 19 de noviembre, por iniciativa del Comité Internacional del Hombre.
Educación con
perspectiva de género
¿Cuál es el significado de ser hombre en la actualidad? Expertos establecen que hay diversas maneras de habitar la masculinidad, que es necesario generar nuevos modelos de esta y pensar en los varones más en el terreno de la feminidad, sin que eso sea el equivalente a dejar de ser hombres.
La masculinidad es una construcción social que cambia a lo largo de la historia, y que es distinta de un sitio a otro. Poco a poco se generan otros modelos, más cercanos a lo que se considera femenino, donde se establece que llorar forma parte de los seres humanos, igual que sentir ansiedad; donde se vale realizar actividades relacionadas con la fuerza o el riesgo, y las que históricamente se establecen como femeninas. Así se extiende el abanico de la feminidad y la masculinidad, y se propician relaciones de género más equitativas.
Es difícil derrumbar sociedades patriarcales. Por ello, a partir de la infancia se debe brindar educación con perspectiva de género, en la escuela y el hogar. En las primeras etapas de vida se puede promover nuevos modelos de masculinidad, necesarios para las personas, como los que se fomentan en la UNAM mediante asignaturas impartidas en las entidades académicas (escuelas y facultades), y talleres, diplomados y grupos de diálogo, organizados por el CIEG e instancias como la Coordinación para la Igualdad de Género, resalta César Torres.
Son racionales
Los aspectos fundamentales de esa fecha, refiere el académico, son seis: promover modelos masculinos positivos; celebrar las contribuciones positivas de los hombres a la sociedad; centrarse en la salud y bienestar de los varones; poner en relieve la no discriminación contra ellos; promover la equidad de género; y, por último, crear un mundo más seguro para todos.
Hay hombres que padecen relaciones de discriminación, pero en términos estructurales, resalta el experto, la diferencia que tenemos con las mujeres es que ocupamos privilegios sociales por habitar la masculinidad o la hombría; en ellas no es así, “la feminidad está relacionada con subordinación social”.
Sin embargo, la masculinidad también se asocia con un lugar de represión de las emociones: “nos enseñan que somos racionales, como si eso fuera equivalente a que no somos emocionales; no podemos llorar cuando estamos tristes, o decir que tenemos ansiedad cuando no nos sentimos bien, y eso tiene efectos nocivos para nuestra salud”.
Esa mirada binaria polarizada, estereotipada, donde lo masculino y lo femenino se contraponen, donde los varones son racionales y las mujeres emocionales, nada tiene que ver con la realidad. Todas las personas tenemos ambos aspectos, y establecer lo contrario tiene un impacto fuerte en la salud mental masculina.
César Torres menciona que en términos estadísticos hay más diagnosticadas con trastornos psiquiátricos que varones. Eso se debe a que se establece una relación exacerbada entre la feminidad y la emocionalidad.
Hay una “bomba” que puede estallar en cualquier momento; es decir, “reprimimos emociones, no hablamos de cómo no sentimos, no nos atrevemos a expresar tristeza y ni siquiera emociones consideradas positivas, como felicidad. Por eso hay menor cantidad de diagnósticos psiquiátricos; cuando un hombre llega a los servicios de salud es porque ya tiene un padecimiento que lo desborda, y muchos no llegan porque se suicidan. Es necesario hablar de este tema”.
Ellos también creen que la salud sexual y reproductiva es un tema que atañe sólo a las mujeres. Padecimientos como el cáncer de próstata o infecciones de transmisión sexual permanecen ocultos porque somos educados como sujetos sanos, que “nunca se enferman”. Aún hay bastante por avanzar en este tema, remarca el universitario.