El descubrimiento y la recuperación de osamentas correspondientes a alrededor de 60 mamuts, así como de 15 enterramientos humanos de época prehispánica en los terrenos donde se construye el Aeropuerto Internacional General Felipe Ángeles –antes ocupados por la Base Aérea Militar de Santa Lucía– permite a las secretarías de Cultura, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y de la Defensa Nacional (Sedena) avanzar en el entendimiento del devenir de la Cuenca de México.
Hasta el momento, el INAH ha abierto 23 frentes de exploración en los terrenos donde se construye la instalación aeroportuaria, como parte de un proyecto de salvamento arqueológico y paleontológico, el cual se lleva a cabo con el respaldo logístico y financiero de la Sedena, y se desarrolla en apego a la legislación en la materia.
El coordinador nacional de Arqueología del INAH, Pedro Francisco Sánchez Nava, precisa que los restos óseos se localizaron en tres áreas de exploración y que aún se están estabilizando, analizando y clasificando por lo que, aclara, aún no es posible determinar cuántas osamentas podrían estar completas.
Una de las áreas de exploración se localiza en lo que fue la orilla del lago de Xaltocan, de ahí que las osamentas que resguarda estén mejor integradas anatómicamente, a diferencia de los elementos encontrados más dispersos en las dos áreas restantes, ubicadas hacia partes más profundas del otrora cuerpo lacustre.
Los ejemplares de mamuts, subraya el arqueólogo, pertenecen a la especie Mammuthus columbi –abundante en Norteamérica durante el Pleistoceno, era geológica concluida hace 12,000 años–, e incluyen a machos, hembras y crías, los cuales, probablemente, murieron al quedar atascados en el lago, debido a que su profundidad variaba e, incluso, llegaba a desecarse hasta quedar convertido en un espacio pantanoso.
A diferencia del contexto inédito de caza de mamuts descubierto por el INAH en el también municipio mexiquense de Tultepec, en noviembre de 2019, la megafauna de Xaltocan –localizada a profundidades que median entre los 80 centímetros y los 2.5 metros– no presenta huellas de cacería humana o acomodos antropogénicos. Sin embargo, no se descarta que los humanos hayan aprovechado a estos pesados animales, una vez que quedaban atascados en el fango.
Sánchez Nava, en conjunto con Salvador Pulido Méndez, director de Salvamento Arqueológico del INAH, refiere que estos ejemplares han sido descubiertos desde octubre de 2019 a la fecha y que han sido explorados por un grupo de arqueólogos que hoy llega a treinta, más el apoyo de tres restauradores, equipo de especialistas encabezado por el doctor Rubén Manzanilla López, con el fin de garantizar su correcta extracción para posteriores estudios, los cuales permitan determinar sus temporalidades, dietas y patologías, entre otros aspectos.
“Hasta el momento, en los terrenos no se han registrado hallazgos que lleven al replanteamiento de la obra en construcción, ni total ni parcialmente. Más bien, los trabajos han permitido al INAH una coyuntura de investigación en un espacio donde, si bien se sabía de la existencia de vestigios óseos, no se había tenido la oportunidad de localizarlos, recuperarlos y estudiarlos”, declara Pulido.
Sobre los 15 entierros humanos del periodo prehispánico también descubiertos, los arqueólogos señalan que pertenecerían a agricultores que fueron inhumados domésticamente, ya que algunos estaban acompañados de ollas, cajetes y figurillas de barro, como la de un perro.
El equipo en campo, liderado por el arqueólogo Manzanilla López, teoriza que la presencia teotihuacana en el sitio no fue muy significativa y que la continuidad del asentamiento ocurre principalmente hacia el periodo Epiclásico (750 – 950 d. C.), de acuerdo con los tipos cerámicos del complejo denominado Coyotlatelco.
Fue hacia el periodo Posclásico (950 – 1521 d.C.) cuando se estableció el señorío de Xaltocan, del cual se han encontrado vestigios asociados en los terrenos ahora explorados, consistentes en cerámicas de tipo azteca. Los enterramientos, sobre los cuales también se profundizará en gabinete, pertenecerían a esta última fase de ocupación.
Ex Hacienda de Santa Lucía, propuesta como museo de sitio
“La historia del lago Xaltocan y de la región de Santa Lucía es fascinante”, comenta Pedro Francisco Sánchez Nava al señalar el motivo por el cual se ha considerado la propuesta de habilitar el casco de la antigua hacienda de Santa Lucía como un museo de sitio integrado al Aeropuerto Internacional General Felipe Ángeles.
Este inmueble, de acuerdo con información de la Sedena, tiene sus antecedentes más tempranos en 1576, con una fundación atribuida al jesuita Pedro Sánchez. Ya para fines del siglo XVIII, con la expulsión de dicha orden religiosa de la Nueva España, el predio pasó a manos de Pedro Romero de Terreros, primer Conde de Regla.
En la época independiente fue propiedad del gobierno mexiquense, el cual, a su vez, la cedió a la federación para establecer allí la Base Aérea Militar N° 1, inaugurada en 1952, para absorber y ampliar la función del campo de aviación militar de Balbuena.
“La propuesta es que el casco de la hacienda, el cual fue bien conservado por la Sedena, con modificaciones reversibles y cuidadosas, se convierta en un espacio de divulgación, donde podamos mostrar a quienes arriben al aeropuerto, no solo mamuts, sino también vestigios de la ocupación teotihuacana, del paso de los mexicas, de la historia jesuita durante la evangelización y, en general, del devenir de la región y de la construcción de nuestro país”, concluye Sánchez Nava.