Con el objetivo de proteger las zonas de anidación y reproducción de las tortugas marinas bajo esquemas que garanticen la preservación de sus elementos naturales y de los servicios ambientales que proporcionan, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto que las declara como áreas naturales protegidas con la categoría de santuarios.
Para ello se realizaron los ajustes necesarios a los polígonos que conformarán estas nuevas áreas naturales protegidas y que incluirán superficies de anidación que no contaban con protección, así como zonas en buen estado para el desarrollo y conservación de estos quelonios.
Dichos santuarios se encuentran en los estados de Chiapas, Guerrero, Jalisco, Michoacán de Ocampo, Oaxaca, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas y Yucatán y contarán con un total de 6,637 hectáreas (seis mil seiscientas treinta y siete hectáreas).
El proceso de modificación incluye el ajuste a los nombres de algunos santuarios conforme a la denominación reconocida por las comunidades locales y al análisis técnico realizado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), para quedar como sigue: Playa Rancho Nuevo, Playa Ría Lagartos, Playa Mismaloya, Playa Colola, Playa Maruata, Playa Tierra Colorada, Playa Chacahua, Playa Escobilla, Playa Puerto Arista, y para el caso de la Playa el Verde Camacho, se modifica la denominación a Playa Huizache Caimanero.
Las playas de anidación de las tortugas marinas son los sitios de mayor relevancia en su ciclo de vida ya que en ellas se lleva a cabo su fase de reproducción, cuando las hembras salen a depositar sus huevos en nidos construidos en la arena para su incubación.
Si todo marcha bien, en un periodo de 45 a 60 días las crías nacen para dirigirse al mar y formar parte de la nueva generación de quelonios marinos. Por ello es importante preservar las condiciones de las playas de anidación a fin de que el proceso sea exitoso.
A estos santuarios llegan para anidar las tortugas marinas: golfina (Lepidochelys olivacea), laúd (Dermochelys coriacea), carey (Eretmochelys imbricata), verde -también conocida como blanca y en el Pacifico como negra o prieta- (Chelonia mydas), caguama (Caretta caretta) y lora (Lepidochelys kempii).
La existencia de ecosistemas de manglar y dunas en buen estado de conservación son esenciales para estabilizar la línea de costa y evitar o reducir la pérdida de playas, por ello han sido incluidos en los polígonos de algunos de los Santuarios. Además, estos facilitan la retención de agua y la infiltración al subsuelo, lo que regula y mantiene la temperatura del área, factores altamente importantes para el éxito de la anidación de los quelonios.
Para promover la producción de crías que se internen al medio marino, desde 1966 el gobierno federal implementó el Programa Nacional de Conservación de Tortugas Marinas (PNCTM), a través de la instalación de campamentos tortugueros.
En sus inicios, el PNCTM fue operado por el Instituto Nacional de la Pesca. Luego, en el año 2000 se transfirió a la Dirección General de Vida Silvestre, y en 2005, el Programa se incorporó a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), por lo que hoy cuenta con personal técnico y especialistas, la mayoría con más de 20 años de experiencia, que con infraestructura y equipamiento operan en 26 playas de anidación.
Actualmente se reportan datos de 92 playas de anidación a cargo de la Conanp, en las que participan las comunidades adyacentes a las playas, apoyados con subsidios; colaboran organizaciones de la sociedad civil, estudiantes y voluntarios nacionales e internacionales.
Con estas acciones, la Semarnat, a través de la Conanp, refuerza su compromiso para la conservación de los santuarios de las tortugas marinas y el hábitat que necesitan para su anidación.