Ciudad de México, Granada, Salto, La Habana, Cartagena, La Paz, Madrid, Montevideo, Santo Domingo, Asunción, San Pedro de Atacama, Ciudad de Panamá y Arequipa. Estas 13 ciudades, de 13 países, enriquecieron la pluma del Dr. Javier Vargas de Luna para explorar la vida en las bibliotecas de sus ciudadanos.

Con una buena disposición, el autor abrazó lo ajeno. En dialécticas improvisadas, el panorama hispánico devenía en la cotidianidad de las voces recolectadas. El libro Bibliotecas ajenas, publicado en diciembre del año pasado, repiensa el sentido de la lectura desde el humanismo. Las estanterías cobraron vida y expusieron la intimidad de sus dueños.

Presentado en la Biblioteca Interactiva Pedro Arrupe, SJ de la IBERO Puebla, la mesa de honor mostraba a figuras enlazadas por el cariño a la lectura. La Dra. Diana Jaramillo Juarez, coordinadora de la Licenciatura en Literatura y Filosofía de la Universidad Jesuita, fue quien dirigió el evento. El Dr. Jonatan Moncayo Ramírez tomó la batuta en la hermenéutica del texto. Finalmente, el literato, Vargas de Luna rescató detalles de su papel como flâneur (‘paseante’ o ‘callejero’).

Diana Jaramillo expresó sus ideas alrededor de la obra: “Este libro es, pues, la historia de la literatura contada por sus lectores a pie, y por Javier. Hombre que se explica la vida y no sabe otro modo de hacer que a través de la literatura”. Y agregó: “Los encuentros que narra, en 13 capítulos, no son tan fortuitos o forzados como aquellos que se dan entre un libro y un lector, y sí son como las relaciones humanas; pero que tampoco son del todo, al inicio, luminosas”.

En su participación, Jonatan Moncayo compartió su experiencia en la lectura: “Este libro es una respuesta a la curiosidad de Javier, encaminado a indagar y a reconocer al lector como misterio; a desentrañar sus rutinas más personales; a observar el ejercicio de las aficiones literarias de los otros.


“Javier siempre estuvo atento a las casualidades o a las desventuras que llevan, a un autor determinado, a alojarse en una estantería”, destacó el profesor y especialista en la investigación sobre bibliotecas, lectores y documentación novohispana.

A la vista de directivos, colaboradores, docentes y estudiantes, la filosofía del autor empatizó con las mentes de los presentes. Sus dudas e inquietudes se respondían en ambiente ameno y experiencias compartidas: “Ya nadie roba libros en nuestra vida […] Visito ciudades, no países […] No haber leído en un día es no haber vivido”, son algunas de las frases que el poeta obsequió.

Queda así una herramienta para la conversación cotidiana. Las bibliotecas ajenas complementan el conocimiento de lo ajeno y crean puentes entre realidades. Que las lecturas ya no queden en lo privado, pues con ellas nos descubrimos a nosotros y a los demás.