Nacieron antes de la Revolución, frente a sus ojos pasó el siglo XX que trajo logros en justicia y democracia, el reparto de tierras a campesinos, educación laica, derechos, pero también enfermedades; hoy, junto con el mundo, afrontan la lucha contra el virus COVID-19 y en ella, la vacuna es su mejor defensa para ganar la pandemia.

Cada quién desde sus estados de origen, doña María Antonia y doña María Inés en Veracruz; Don Catarino en Nayarit y la señora Josefina en Coahuila, han librado varias luchas y no imaginaron que después de cien años de vida y experiencias, en su vejez, con el cansancio del caminar, habrían de hacer frente a la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2.

La vacuna contra COVID-19 es una esperanza para controlar y evitar contagios entre la población, por ello, al igual que los adultos mayores de sesenta años que viven en las comunidades más alejadas en México, con el apoyo de un bastón, de la mano de sus seres queridos, en silla de ruedas, en muletas, a pie o en coche, acuden a los centros de vacunación.

El lunes 15 de febrero dio inicio en México la segunda fase de la Jornada de Vacunación Nacional Contra COVID-19 en la que, por justicia y reconocimiento a sus aportaciones, las personas adultas mayores llevan la prioridad para ser cuidadas y protegidas por ser las más vulnerables.

Serena y atenta a la vacuna, doña María Antonia, quien nació hace 120 años, acudió al Centro de Vacunación donde fue recibida por personal de salud que le aplicó la vacuna contra COVID-19, en la comunidad de Amoxoyahuatl, municipio de Platón Sánchez, en el estado de Veracruz.

También en Veracruz, en el municipio Castillo de Teayo, vive doña María Inés, quien tiene 101 años de edad y, roble de buena madera, llegó por su propio pie al Centro de Vacunación.

En la sierra de Nayarit, en la zona de montañas vive don Catarino de la Cruz quien tiene 118 años de edad. Vecino de La Manga, municipio de La Yesca, fue vacunado contra COVID-19 por integrantes de la Brigada Correcaminos.

Por su parte, doña Josefina, de 102 años de edad, vive en la Sierra Madre Oriental, en el municipio de Arteaga, Coahuila. Ella llegó en su silla de ruedas al módulo de Salud para recibir la vacuna contra COVID-19 y prevenir cualquier contagio.

Al Igual que ellos, las personas adultas mayores, sin distinción, visitan los puestos de vacunación donde las Brigadas Correcaminos, con calidez y compromiso, realizan su trabajo a favor de la población.

Todas y todos ellos habitan las comunidades más apartadas del país, las más alejadas, las más vulnerables, las que hoy, por derecho, son las primeras en la fila de la vacunación.

Por Veral