Las personas cuyas circunstancias de vida les han permitido continuar con sus actividades de forma remota durante la pandemia han experimentado, en mayor o menor medida, problemas de concentración. La exposición permanente a las pantallas de computadoras y dispositivos móviles ha mermado las funciones cognitivas y ha propiciado cuadros de déficit de atención.
Esta última se entiende como la capacidad para filtrar estímulos y enfoca aquellos que son relevantes en un momento particular. Este proceso permite centrar la atención en un factor específico por encima del resto de los estímulos del entorno, los pensamientos y las sensaciones corporales.
La Mtra. Maira Gutiérrez Moreno, colaboradora de Proyectodah, dio cuenta de ello en un conversatorio ofrecido a la IBERO Puebla. A través de un ejercicio extenso de respiración y reconocimiento de las manifestaciones somáticas del estado emocional y mental, el auditorio expuso sus dificultades para mantener la atención y la concentración en las expresiones corporales básicas.
Para la experta, “todo el tiempo hay una fluctuación de la atención para ajustarse a las necesidades”. Esto supone que la mente humana debe recibir estímulos relevantes para focalizarse. La educación a distancia es prueba fehaciente de la necesidad de contar con motivaciones sensoriales y emocionales, las cuales pueden emanar del entorno, de las relaciones personales, las situaciones inesperadas y las experiencias disruptivas.
Tal fenómeno no es fortuito: se trata de un recurso limitado que puede agotarse rápidamente con base en factores biológicos, sociales y contextuales. En promedio, la atención en personas adultas es de aproximadamente 30 minutos. Su funcionamiento depende de factores como: descanso óptimo al dormir, alimentación adecuada, correcta gestión del estrés y el cuidado integral de la salud mental.
Uno de los mayores distractores en los últimos años se encuentra en nuestros bolsillos. La experta recomendó desactivar todas las notificaciones de los teléfonos inteligentes durante momentos en los que se necesite focalizar la atención.
Advirtió Gutiérrez Moreno: “La atención dividida es un mito. Lo que pasa es que nuestra atención comienza a hacer brincos de un lado al otro, pero no es óptima ni aquí ni allá”. Es posible atender dos o más tareas cuando estas son afines o complementarias, pues una de estas acciones se realiza de forma automática. Este tipo de conductas, indicó, contribuyen a canalizar las necesidades kinésicas de algunas personas.
Para mejorar la atención, recomendó llevar a cabo actividades físicas estimulantes, mantener rutinas compatibles con los niveles de energía, practicar ejercicios de conciencia plena (o mindfulness) y reducir los distractores presentes en el entorno directo. También subrayó la importancia de mantener la conciencia en cada acción que se lleva a cabo, pues “estamos acostumbrados a dejar fluir los pensamientos que nos sacan de lo que estamos haciendo”.
Al profesorado presente en el conversatorio le recomendó iniciar las clases con breves ejercicios de conciencia plena, incorporar diversos recursos que supongan variaciones a las rutinas, fomentar las pausas activas en cada sesión y ceder el protagonismo de las clases a los estudiantes.
El trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es una condición mental que debe ser diagnosticada y tratada por un especialista. Para mayor información y orientación ante sospechas de un problema clínico de atención, consulta a Proyectodah.