La investigación Puntos de corte de la ferritina sérica para identificar reservas bajas de hierro durante el primer año de vida fue acreedora al Premio en Investigación en Nutrición 2021. La presea, otorgada anualmente por el Fondo Nestlé para la Nutrición, fue entregada a un equipo interdisciplinar en el que figura la Dra. Ericka Escalante Izeta, coordinadora de la Maestría en Desarrollo Humano de la IBERO Puebla.
El estudio contó con la participación de 746 mujeres cuyos bebés fueron monitoreados desde el periodo de gestación hasta el primer año de nacimiento. Atendidas en clínicas del IMSS, las madres recibieron diferentes suplementos para llegar a los niveles óptimos de hierro en la sangre; algunas voluntarias ingirieron placebos para contar con parámetros de referencia.
Al nacer, los neonatos fueron sometidos a estudios sanguíneos para comprobar la presencia de ferritina, una proteína que se encarga de almacenar hierro y utilizarlo cuando el cuerpo lo necesita. Dicho metal, explica Escalante Izeta, es fundamental para el desarrollo cognitivo a edades tempranas.
El objetivo principal del estudio es encontrar un parámetro acorde a la realidad mexicana que permita determinar si un infante presenta anemia o si sus niveles de hierro en la sangre se consideran normales. Mientras la OMS considera como anemia la concentración de hemoglobina menor a 12g/dl, el estudio rebaja el indicador a 10g/dl. “Ingenuamente nos comparábamos con países de todo el mundo”, reflexiona la académica.
Actualmente, las instancias sanitarias de nuestro país utilizan los indicadores internacionales que son producto de estudios realizados en diferentes latitudes. El artículo señala además que la detección temprana de anemia no debe basarse solo en estándares de saturación de hemoglobina, sino que debe contemplar otros factores como la presencia de hierro en la sangre.
Luego de diferentes estudios trimestrales, el equipo encontró que, pese a los suplementos provistos durante la etapa prenatal, un 7% de las madres presentó deficiencias de hierro; en los infantes la recurrencia fue del 8%. “Es irónico que las mamás cuidadas en el experimento presenten anemia”, apunta Escalante Izeta.
Pero la situación no es fortuita. Factores que van desde la calidad del aire y la presencia de tóxicos en los materiales de cocina hasta los hábitos alimenticios a lo largo de la vida tienen impactos en la latencia de desarrollar anemia. El estudio enfoca los esfuerzos en el desarrollo de políticas públicas que procuren la seguridad sanitaria, sino que reclama la importancia de una alimentación equilibrada.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud (2016), el 27% de los niños menores de cinco años desarrollan anemia; el índice asciende al 38% entre los cinco y los siete años de edad. Se trata de edades cruciales para el desarrollo de habilidades neuronales y físicas.
Como parte de las recomendaciones para enfrentar esta problemática, Ericka Escalante exhorta a romper paradigmas que alejan a las mujeres y a los niños de una dieta de calidad. Tradicionalmente —explica— son los hombres quienes, en su rol de proveedores del hogar, se alimentan mejor. Una dieta paritaria contribuiría a prevenir la mortalidad materna y a mejorar las condiciones de desarrollo de los menores.