No es inusual ver series y películas de Estados Unidos en las que los protagonistas son mitad judíos, de ascendencia surcoreana o que celebren el 5 de mayo en una taquería en Chicago. Lo mismo nos dejan ver, de manera actualizada, los eventos deportivos. Los grupos caucásicos ha dejado de ser sinónimo de ciudadanía estadounidense y puede que la balanza se incline al lado opuesto en el futuro cercano.
Las nuevas narrativas estadounidenses hablan de una ‘mayoría de minorías’, que implica que el principal grupo dominante (personas blancas) es menor que la suma del resto de las etnias. Este enfoque se sustenta en los estudios demográficos. Los jóvenes comienzan a crecer en familias en las que un padre es caucásico y el otro pertenece a alguna minoría. La comunidad latina tiene una influencia particular en estos procesos de asimilación y mezcla racial.
La tendencia supone una ruptura con el binomio tradicional de gente blanca y no blanca, en donde la primera ha ejercido el poder sobre el resto de manera histórica. “Si los blancos pierden su estatus de mayoría habrá varios impactos considerables”. Este hecho fue explotado por Donald Trump durante su campaña presidencial de 2016: la preservación de la blanquitud.
Así lo precisó Richard Alba, profesor de sociología en la City University of New York (CUNY), en una conferencia para la IBERO Puebla: “La narrativa de la ‘mayoría de las minorías’ está alimentando el enojo entre las personas blancas ante la sensación de pérdida de poder”.
Para el especialista, el estudio de datos censales no refleja necesariamente las dinámicas sociales de Estados Unidos. Los censos clasifican a los individuos con base en su origen y etnia. Sin embargo, las categorías no siempre se ajustan a la identidad de las personas.
En 2017, el 14% de los nacimientos fueron de raza mixta; la mayoría, bebés de un padre hispano y otro blanco. Las proyecciones de los censos han señalado que, para 2035, las personas no caucásicas serán la mayoría en la población norteamericana. Esto se debe a que cualquiera que tenga un origen étnico mixto es considerado en las estadísticas como no blanco, aun cuando los instrumentos censales no reconocen todas las razas existentes.
Los líderes del gobierno de Estados Unidos pertenecen en su mayoría a la generación baby boom (de 55 a 75 años), marcada por la segregación racial. Las generaciones subsiguientes ya presentan mayor diversidad etnorracial.
Desde una perspectiva sociológica, lo que distingue los procesos de mezcla racial es que, al nacer en familias mixtas, los niños tienen aproximaciones a diferentes culturas y formas de ser en sociedad. Explicó Alba: “Individuos de orígenes mixtos tienen identidades fluidas. No son constantes en la forma en que se presentan en los censos”.
Caleidoscopio de identidades
Se habla de un proceso de asimilación cuando las categorías tradicionales de distinción etnorracial se difuminan. Para Richard Alba, se trata de un estado en el que la raza que ha dejado de ser fundamental en la experiencia social. “Podemos verlo como entrar en el mainstream de la sociedad, donde el rol de los orígenes raciales ha disminuido”. La asimilación expandió fenotipo norteamericano y lo hizo más diverso.
Un momento clave en el proceso de asimilación ocurrió en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Los descendientes de católicos y judíos se incorporaron al canon norteamericano para dar origen a comunidades judeocristianas en sustitución de la tradición protestante. Durante este periodo, el matrimonio entre personas de diferentes etnias y religiones expandió la diversidad de raíces.
El grupo que mayores dificultades tiene para la asimilación es el de las personas que provienen de contextos blancos y minoritarios. Estudios señalan que los jóvenes que crecen bajo idiosincrasias caucásicas y no caucásicas gozan de ciertos privilegios económicos y educativos. Sin embargo, también ejercen identidades fluidas que marcarán sus procesos de relación con otros.
Para el sociólogo, la sociedad americana necesita una nueva narrativa sobre la identidad. “En algún punto, los blancos serán menos que los no blancos. Esa sociedad no se verá cómo nos lo imaginamos. No podrá estar dividida en dos partes, sino que tendrá un amplio grupo en medio, envuelto en estos dos grupos”.
La asimilación, matizó Alba, no implica que se haya superado el racismo. Ambos fenómenos sociales coexisten y moldean el futuro del país. A pesar de ello, el académico aseguró que el futuro no puede estar determinado por las tendencias demográficas, sino por las interacciones entre los orígenes, culturas y perspectivas diversas