Consideró que este hábito contribuye a construirnos como seres humanos y acercarnos a los otros, es una forma de darle inteligencia al proceso de leer; es necesario considerar que es formativo, no solo informativo.

En menores, resaltó, es importante ofrecerles literatura para el desarrollo de sus procesos cognoscitivos, pues despierta su imaginación. “Es como una nave en la que se puede embarcar para navegar a donde lo conduzca su creatividad”.

También les brinda la posibilidad de aprender nuevas palabras, conocer personajes distintos a ellos o vivir situaciones que no experimentan en su día a día, ayudarles a desarrollar la empatía y a madurar, a ser constantes y potenciar su imaginación. Incluso hay que inculcarles el gusto desde el vientre materno, explicó.

De acuerdo con Alfaro López, cuando leemos con ellos compartimos tiempo de calidad y refuerza nuestros vínculos, además me permite saber quién soy, imaginar la vida que puedo construirme porque cuando nos engancha la maravilla de la lectura, nos abre el mundo de la imaginación y de las posibilidades de vida.

Señaló que si México fuera un país de lectores, en automático se ubicaría como una sociedad desarrollada, porque una ciudadanía lectora piensa y busca ser mejor.

Cada libro al que damos lectura, aunque ya no recordemos de qué trata, “nos transformó en términos existenciales y de conocimiento. Por ello, leer no es tiempo perdido, sino tiempo ganado”.

Por Veral