Este año el equinoccio de primavera llegó a México de madrugada, informó Daniel Flores Gutiérrez, del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, quien detalló que ocurrió el este sábado 20 de marzo, a las 03:30 horas.
Durante este suceso el Sol cruza el ecuador celeste de sur a norte de la Tierra, el día y la noche duran lo mismo e inicia la temporada de días cálidos, añadió el también editor del Anuario del Observatorio Astronómico Nacional.
La Tierra seguirá su trayecto alrededor del Sol en la bóveda celeste durante 2021 y alcanzará su posición al extremo norte en lo que se conoce como el solsticio de verano (20 de junio, a las 21:32 horas); de nuevo llegará al ecuador celeste dando inicio al equinoccio de otoño (22 de septiembre, a las 13:21 horas); y finalmente en el sur de la Tierra alcanzará el extremo el 21 de diciembre a las 09:59 horas.
Además de marcar el paso del Sol por el ecuador terrestre, el equinoccio establece el comienzo de los días cálidos, sobre todo al norte de la esfera terrestre; por eso había grandes celebraciones previendo la llegada de las nuevas temperaturas, refirió el universitario.
Flores Gutiérrez precisó que no se debe confundir la llegada de la época de calor con el hecho de que el planeta se encuentre más cerca o lejos en su órbita alrededor de esta estrella. Curiosamente, refirió, el punto más cercano al Sol es en enero, tiempo en el que aún estamos en invierno. La razón de la temperatura en la Tierra se debe a la inclinación de su eje de rotación, acotó.
El experto del IA recordó que se ha hecho costumbre visitar sitios como Teotihuacan o Chichén Itzá donde se generan juegos de luces y sombras. “Al ir, hacemos una remembranza del conocimiento antiguo que era muy importante para la sociedad agrícola”.
Con él coincidió Héctor Daniel Hernández Flores, del Instituto de Investigaciones Antropológicas, quien manifestó que los pueblos mesoamericanos relacionaban el equinoccio con el inicio del ciclo agrícola. En la época de la Colonia se reconceptualizaron y resignificaron los rituales.
“Lo podemos ver en comunidades indígenas con la celebración de ciertas fiestas patronales que están vinculadas a fechas específicas del calendario greco-romano, pero que corresponden al reconocimiento de las prácticas de cosmovisiones denominadas mesoamericanas. Un ejemplo es la celebración a San Isidro Labrador, el 15 de mayo, que marca el inicio del ciclo agrícola”, precisó el investigador.
Se hacen fiestas por el inicio de la siembra y la solicitud de las lluvias, aunque cambió tras la colonización; lo mismo sucede con el equinoccio de otoño que marca el fin del ciclo agrícola y la celebración de San Miguel, el 29 de septiembre.
El especialista también se refirió a la visita a Teotihuacan para observar desde la cima de la pirámide el surgimiento del Sol; o a la de Kukulkán, en Chichén-Itzá, a fin de ver el descenso de la serpiente emplumada.
“Estas prácticas han venido surgiendo desde hace 30 o 40 años como parte de una moda new age y realmente las poblaciones que acuden a estos sitios, inclusive las comunidades cercanas a estos sitios, han adoptado este tipo de discurso que es parte de un mercado de consumo”, reflexionó Hernández Flores.