La ducha es indispensable en nuestro día a día y aunque no lo parezca, el hacerlo de forma correcta requiere algunos cambios de tu rutina. Estos cambios van más allá del reducir el tiempo que pasas bajo el agua o de cambiar de shampoo o del olor del jabón…
Los hábitos de higiene son aprendidos desde pequeños: lávate las manos antes y después de ir al baño, cepilla tus dientes dos veces al día, tállate fuerte. Sí, los errores también se heredan y probablemente te estés excediendo en limpieza generando daños importantes al órgano más largo y protector de tu cuerpo: tu piel.
¿Cuántas veces te bañas al día? Antes era obligatorio bañarse diario; ahora, muchos optan por bañarse al levantarse, al dormir o después de hacer alguna actividad física, lo que nos lleva al primero de los errores: bañarnos muchas veces al día.
El que nuestro cuerpo esté en constante humedad impide que desarrollemos bacterias benignas que ayudan a nuestra epidermis a evitar infecciones y enfermedades de la piel. La epidermis es la capa exterior de la piel y su función principal es proteger las capas internas (dermis) de todo agente exterior; además, contiene células que producen queratina, la cual impermeabiliza y fortalece nuestra piel.
Teniendo en cuenta que la humedad constante no es buena idea, llegamos al segundo punto: ¿cuánto tiempo pasas bajo el agua al bañarte? Si pasas más de 5 minutos y además te encanta el agua muy caliente, estás en un error.
La Organización Mundial de la Salud afirma que lo ideal es que las personas no demoren más de 5 minutos en bañarse, ni derrochar más de 95 litros de agua y no solo por una cuestión ambiental, debes saber que el agua reseca e irrita ya que el exceso de humedad elimina los aceites naturales de nuestra piel deshidratándonos.
Otro error que cometemos es el tallarnos con esponja y además utilizar barras de jabón común para una “limpieza perfecta”. La combinación de ambas acciones es malísima; la primera, porque al tallarte no solamente afectas la apariencia de tu piel dejándola irritada, enrojecida y vulnerable a infecciones y enfermedades como la lifa y la melanosis. Con la lifa tu piel tendrá una pigmentación anormal gracias a la fricción de la esponja y podrás notar manchas en tu epidermis y la melanosis consiste en manchas cafés en la piel, que se producen por un exceso de melanina.
¿Y el jabón? Es irritante, ya que muchos tienen en su composición ingredientes como glicoles, parabenos y perfumes (por mencionar algunos) que destruyen tu barrera natural y no solo eso, sino que también le hacen daño al planeta.
¿Qué hacer? Si has detectado irritación, comezón, resequedad, tirantez, enrojecimiento y resequedad, tu piel puede ser hiperreactiva o sensible. Es recomendable reducir los tiempos de baño y cambiar los productos de higiene como shampoo y jabón.
Elige un gel de ducha en lugar de un jabón de barra para la piel sensible. El tipo de gel ideal es el probado por dermatólogos que no haga mucha espuma. Los geles ayudan a reparar los lípidos de la piel, sobre todo los que tienen ingredientes como: avena, vitamina E, pantenol, y manteca de karité como el que tiene la línea de Sopharma pH5. Recuerda que los pequeños cambios marcarán una gran diferencia en tu piel, ya que cambiar el jabón por un gel de ducha te ayudará a reparar el manto hidrolipídico de la piel y lograr mayor flexibilidad y mejor textura al tacto.
Rompe esquemas y olvídate de los consejos de higiene que aprendiste desde niño. Nunca es tarde para iniciar con una rutina de limpieza que sea sana, funcional y que proteja tu escudo natural.