Desde la Colonia hasta la etapa actual se ha repetido una y otra vez que el ámbito de la mujer indígena es el doméstico; nada más estereotipado y hoy se hace evidente cuando atestiguamos el surgimiento de creadoras de arte y productoras de cultura en espacios y escenarios públicos de México y del mundo, afirma la investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Natividad Gutiérrez Chong.

Algunos ejemplos son: la poetisa en lengua maya, Briceida Cuevas Cob; la actriz de cine Yalitza Aparicio; la soprano mixe María Reyna González López; la chef tsotsil de San Juan Chamula, Chiapas, quien forma parte del ranking de los 50 chefs más importantes a nivel mundial, Claudia Albertina Ruiz Sántiz; la mujer wixárika y recientemente designada presidenta del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, Claudia Olivia Morales Reza.

Asimismo, la lingüista mixe y gran estudiosa de los pueblos indígenas y el Estado, Yásnaya Elena Aguilar Gil; la magistrada nahua Larisa Ortiz Quintero; la divulgadora de la cultura indígena, Susana Bautista Cruz; las diputadas Irma Juan Carlos, de Oaxaca, y Roselia Jiménez Pérez, tojolabal; así como artistas, lingüísticas y escritoras, mujeres creadoras que ofrecen una gran aportación por su originalidad y su propia razón de ser, agrega la también coordinadora del Colegio de Gestión y Desarrollo Interculturales de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Con motivo del Día Internacional de la Mujer Indígena, que se conmemora el 5 de septiembre, la especialista universitaria indica: estamos en una etapa en la cual cada vez más ocupan posiciones de prestigio, liderazgo, lo que exige desmantelar el binomio mujeres indígenas-pobreza, es decir, reconocer que las mujeres indígenas realizan procesos creativos, cosechan prestigio ganado a pulso y reciben la admiración de la sociedad.

Sin embargo, falta aún bastante por hacer: avanzar para que más de ellas sean alumnas y académicas en las aulas universitarias y ocupen cargos de decisión en la esfera pública. Además, hay una importante tarea para desterrar estereotipos enquistados en la sociedad, y para ello se requieren políticas públicas que se enfoquen en las mujeres indígenas con su especificidad, añade.

“Ya las vemos en espacios públicos y tomando decisiones, pero las más jóvenes aún están en el fondo de la estructura de la sociedad. Es muy importante que cada vez haya más mujeres indígenas que hablen, que sean portavoces de sus necesidades, que abramos espacios para que se ocupen de sus propios asuntos y den a conocer sus pensamientos, sentimientos y sus formas de ver el mundo”, señala la especialista en nacionalismos y multiculturalismo.

ONU Mujeres América Latina y el Caribe señala que con esta efeméride se busca rendir tributo a las mujeres indígenas del mundo, para reconocer los retos que enfrentan y la función clave que desempeñan en sus comunidades como portadoras de las herencias de saberes, conocimientos, prácticas y experiencias de sus pueblos, además de consolidar la paz y su gran conocimiento en prácticas medioambientales sostenibles.

Brechas por cerrar

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS 2018), en México hay 7.2 millones de personas que se adscriben como indígenas y 40.3 por ciento declaró haber sido discriminada por esa condición. Una de cada seis mujeres hablantes de lengua indígena no sabe leer ni escribir y 46.4 por ciento de ellas se dedicaba al trabajo no remunerado en el hogar.

Ante ello, la investigadora Gutiérrez Chong considera que debe haber acciones desde el Estado y la sociedad civil para erradicar este tipo de desigualdades, ya que por condiciones de pobreza hay niñas indígenas sujetas a explotación, o que no se les envía a la escuela porque se piensa que se dedicarán al hogar y a procrear hijos.

Las jóvenes indígenas se enfrentan a dificultades en el ámbito profesional por expresar su identidad con su vestimenta o idioma, y se les margina de condiciones laborales competitivas y con buenos ingresos. Sin embargo, estima, en un tiempo cercano veremos a más de ellas en pleno uso y disfrute de su identidad y sus propias aportaciones a la diversidad cultural.

“Tenemos que demoler esta idea de que las mujeres indígenas sólo pueden ocuparse de los cuidados y de las situaciones domésticas, pues son parte de estereotipos muy arraigados en la sociedad. También con esta visión violenta de la población respecto a que las mujeres indígenas no tienen futuro”, recalca la especialista en estudios de género y etnia.

Otro problema importante es el acceso a los servicios de salud, pues con frecuencia suelen ser víctimas de racismo por parte de los empleados en este ámbito, desde la enfermera, el trabajador social, hasta el médico.

Los medios de comunicación y las redes sociales lamentablemente contribuyen a la construcción del racismo y el clasismo. El sentido del humor en México se basa, en gran medida, en la ridiculización del otro por su color de piel o su apariencia, su forma de hablar o su origen, lo cual habla también de la ignorancia del mexicano promedio respecto a la diversidad que somos. El racismo se alimenta de la ignorancia, recalca la experta en interseccionalidad.

“Tenemos que estar siempre dispuestos a dar la batalla para evitar que las mujeres indígenas sean víctimas y se les nieguen sus derechos humanos, que sean ridiculizadas o violentadas en la educación y en la salud, y que injustamente se les asigne sólo un futuro que podría ser el doméstico”, asevera Gutiérrez Chong.

Para lograr que más mujeres sean portavoces de sus necesidades, es indispensable construir la institucionalidad necesaria para que las desigualdades producidas por el género, la etnicidad o el color de piel, no determinen desigualdades económicas y de acceso a la educación, salud y al trabajo bien remunerado.

“Se requiere que haya un nuevo enfoque institucional, que las políticas públicas sean interculturales e interseccionales, que sean efectivas en sus cuotas afirmativas, que en la enseñanza -nuestro principal reto- el Estado identifique a las personas más vulnerables y de ellas a las mujeres indígenas, las niñas y las más jóvenes, para así trabajar con un enfoque interseccional e intercultural”, destaca la doctora en Sociología.

Estrategias exitosas

En otros países implementaron políticas basadas en la “reserva de lugares”, mediante las cuales el Estado facilita condiciones para que estos lugares sean ocupados por grupos que no han gozado de ningún privilegio.

Un ejemplo es la República Popular China que desde hace aproximadamente 60 años estableció una política multicultural de unidad entre los pueblos indígenas o nacionalidades minoritarias, aplicando una estrategia transversal afirmativa en la que las mujeres con menos privilegios son quienes acceden a educación, salud, trabajo para cerrar brechas de desigualdad.

“Las niñas de minorías étnicas que antes eran despreciadas, acceden a mejores condiciones de vida, solamente por su condición étnica, pero ha sido un proceso largo, de 30, 40 años”, indica la experta universitaria.

Por Veral