La pandemia por la COVID-19 propició que en México y en el mundo se perdiera una cantidad importante de empleos, pero también ocasionó que otros se transformaran. En especial, en nuestro país las clases medias reinventaron diversas actividades y sus estrategias innovadoras fueron su salvación, afirmó el investigador del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM, Enrique Pérez Campuzano.
Este sector de la población tiene estudios, al menos, de licenciatura, está ligado al mercado y patrones de consumo globales y también ha desarrollado habilidades no vinculadas a la educación formal, sino que ha “aprendido haciendo” y ha adquirido nuevas.
“Vimos una clase media, además de voluminosa, en la búsqueda de alternativas. A diferencia de lo que sucedió en Estados Unidos, en Europa, donde el gobierno brindó apoyos a la gente que se quedaba sin empleo, aquí no los hubo y tuvieron que reinventarse dentro de sus capacidades”, expuso el integrante del Departamento de Geografía Económica.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, el número de empleos que estuvieron en riesgo alto de ser afectados por la pandemia en México rebasó 24 millones, lo que representó 44 por ciento del empleo total.
“Surgieron muchos micronegocios, no físicos, sino que funcionaron a partir de plataformas. Por ejemplo, personas que vendían cubrebocas, pero adornados, personalizados. Un ejemplo de cómo una parte de la clase media enfrentó la pandemia es LadyMultitask, una plataforma que vende productos en una lógica de red y en la que el conocimiento es fundamental, pues tienen entendimiento de la producción, pero también del mercado: a quién y cómo quieren vender.
“Profesionistas como diseñadores industriales que tenían maquinaria para producir un tipo de plataformas de madera, por ejemplo, y cambiaron su producción a mamparas para los taxis. Es decir, se reinventaron en poco tiempo”, señaló el doctor en Geografía.
Estos cambios revelan el papel innovador de las clases medias para sortear crisis y salir adelante; son parte de su estudio “Clases medias y COVID-19: Entre la reestructuración económica y la emergencia sanitaria”, que el investigador del IGg desarrolla con respaldo del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica.
Otra muestra de reinvención está relacionada con profesionistas que pudieron seguir trabajando en casa como los diseñadores, contadores que no requieren acudir a diario a las oficinas, sino que trabajan desde su computadora. Hay incluso quienes participan de la internacionalización de los mercados laborales, pues se desempeñan en México para empresas ubicadas en el extranjero.
“Están también los artistas, diseñadores de modas que se presentan en bazares con playeras, vestidos y demás artículos que pretenden ser únicos. No es población pobre y su mercado no es la población de menores ingresos. Es consumo de clase media para clase media”.
Además, están los restaurantes con productos orgánicos, que van de la mano del emprendimiento, o empleados del sector gubernamental -como jefes de Departamento, de Unidad- que a partir de tener un ingreso pueden capitalizarse y ofrecer productos en plataformas o participar en proyectos que busquen fondear, ejemplificó el experto universitario.
Precarización del empleo
La clase media en México, explicó Pérez Campuzano, puede considerarse aquella población económicamente activa que tiene estudios de licenciatura e ingresos entre los deciles tres y ocho, según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares del INEGI.
Destacó que es importante realizar estudios sobre este sector de la población, pues hay numerosos análisis enfocados hacia los procesos de precarización del empleo, pero en los sectores más vulnerables, con menos ingresos y con los trabajos más demandantes.
“Seguimos teniendo los dos polos, los sectores muy pobres y los muy ricos. La población más pobre es cuantitativamente más grande que hace 30 años, y también hay menos ricos, pues se calcula que sólo el uno por ciento de la población mundial puede ser considerada rica.
“Aunado a ellos está la clase media, que a partir del empleo y la calificación educativa ha pasado por muchos procesos de crisis económica”, enfatizó.
El también experto en Métodos de valoración económico-ambiental para periferias urbanas detalló que en los 80 del siglo pasado la clase media mexicana pertenecía a un modelo económico anterior ligado al trabajo gubernamental, a las profesiones liberales: abogacía, medicina, contaduría, psicología, por ejemplo, que tuvieron un boom y permitieron el ascenso social.
Con el modelo de sustitución de importaciones estas profesiones y las clases medias tuvieron que adaptarse a nuevos procesos, con una lógica más de mercado, porque ya no se les contrata de manera colectiva y las negociaciones que se solían efectuar con el patrón, ahora son de manera individual, lo que se denomina: individualismo económico.
“Hoy en día el Contrato Colectivo de Trabajo, salvo en algunas grandes empresas, ya no tiene peso y vemos el crecimiento del autoempleo como una forma de la clase media para insertarse en el mercado. Debido a los procesos de desincorporación industrial y de transformación de los servicios se empieza también a contratar por actividades en específico, no por horas”, indicó.
Estas modificaciones representan afectaciones a los trabajadores ya que, por ejemplo, no todos acceden a un programa de retiro, como lo tuvieron las clases medias de las décadas de los 60 y 70.
A la par, añadió el universitario, se ha dado un proceso de transformación económica que demanda reformular gran parte de la industria a nivel global y de la que México participa, aunque lentamente.
“Nos ha tomado 30, 40 años, pasar de la maquila a las empresas globalizadas y de muy alto valor agregado como la aeronáutica, la espacial, la automotriz, que generan nuevos empleos, principalmente a las clases medias: el programador, el jefe de servicios, el ingeniero a cargo. Son empleos que, si bien ya existían, hoy están completamente refuncionalizados, gracias a la necesidad de mayor calificación laboral y educativa”, abundó.
La transformación económica ha demando nuevas calificaciones laborales ligadas a lo educativo, a procesos de conocimiento, pero no sólo y necesariamente de la educación formal, sino de “aprender haciendo cosas”, bajo un enfoque basado en habilidades.
“Estas clases medias se insertan en una gama mucho más amplia de actividades económicas que pueden ir desde el autoempleo en artículos de moda y por lo que tenemos la explosión de bazares, de mercados de productores y productoras; y profesionistas como ingenieros en sistemas, diseñadores gráficos que trabajan sobre producto”, recordó Pérez Campuzano.
Sabemos que de 15 a 25 por ciento de los profesionistas laboran sin contrato. Hay quienes tienen doble jornada, en una trabajan con contrato y la segunda es un empleo informal que les representa una entrada extra de ingresos, detalló.
El investigador resaltó que estos sectores están revolucionando los empleos. El problema de una gran parte de estas dinámicas se verá en 30 o 40 años cuando esta población haya o no juntado el dinero y las condiciones para retirarse. “Quizá vamos a ser una generación que tenga que seguir trabajando toda la vida”.