La población civil sudanesa sufre las consecuencias de la violencia comenzada hace dos semanas con los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido, con decenas de miles de personas desplazándose en busca de seguridad y careciendo de bienes y servicios básicos, al igual que de protección, informaron este viernes las agencias de la ONU que operan en el país.

Este desarraigo incluye a los miles de refugiados y a la población desplazada previamente, que ha debido abandonar nuevamente los sitios donde se había asentado.

Además, los organismos humanitarios han suspendido muchas de sus operaciones de socorro debido a la violencia, exacerbando las necesidades básicas de muchas comunidades que ya dependían de esta asistencia.

Y en tanto miles huyen, miles más continúan atrapados en áreas residenciales de la capital donde se han producido combates, ataques aéreos, bombardeos y uso de armas pesadas, tratando de aprovechar cualquier periodo de calma para llegar a lugares relativamente más seguros.

La ONU ha recibido reportes de que las Fuerzas de Apoyo Rápido obligan a las personas a abandonar sus hogares exponiéndolas a saqueos, extorsiones, y escasez aguda de agua, alimentos, electricidad, y combustible. Tampoco tienen acceso a atención médica ni a dinero en efectivo debido al cierre de bancos y las comunicaciones son limitadas.

Los refugiados huyen

La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) detalló que decenas de miles de refugiados de Sudán del Sur, Etiopía y Eritrea que viven en Sudán han huido de los combates en el área de Jartum para ubicarse en los campamentos existentes más al este y al sur, lo que ha creado nuevos retos humanitarios.

Sudán acoge a más de un millón de refugiados, en particular de Sudán del Sur, Etiopía y Eritrea, decenas de miles de los cuales han huido del país, junto con miles de ciudadanos sudaneses.

ACNUR calcula que hasta el momento unas 20.000 personas han cruzado a Chad, 10.000 a Sudán del Sur y un número indeterminado ha llegado a Egipto, República Centroafricana y Etiopía.

Por si fuera poco, las hostilidades iniciadas en Jartum han desencadenado la violencia étnica entre las comunidades en el de por sí devastado estado de Darfur Occidental, produciendo la muerte de al menos 96 personas desde el 24 de abril en El Geneina, capital del estado, reportó la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

La portavoz de esa dependencia, Ravina Shamdasani, precisó que el número total de muertos en el conflicto ha aumentado a 512, según las cifras oficiales, aunque es casi seguro que se el número real sea más alto.

“Si bien el frágil alto el fuego ha llevado a una disminución de los combates en algunas áreas, lo que ha permitido a algunos huir de sus hogares en busca de seguridad, los abusos contra los derechos humanos de las personas en movimiento han sido moneda corriente”, dijo Shamdasani en conferencia de prensa en Ginebra.

El representante de ACNUR en Sudán, Axel Bischop, señaló que la región de Darfur podría presentar el mayor desafío humanitario.

“Nos preocupa que la violencia intercomunitaria aumente y que tengamos situaciones semejantes a las de hace un par de años, en una región que ya ha experimentado un severo conflicto y desplazamiento”, apuntó.

Enfatizó que Darfur registra una serie de problemas de protección apremiantes, y destacó que varios sitios que albergan a desplazados internos han sido incendiados, mientras que las casas civiles y las instalaciones humanitarias han sido dañadas durante los enfrentamientos.

Amenaza de hambre

El Programa Mundial de Alimentos (PMA), por su parte, alertó del hambre que puede alcanzar a millones de personas en toda la región.

En Sudán, las amenazas a la seguridad de las operaciones humanitarias, así como el saqueo de los almacenes del PMA y el robo de los vehículos utilizados para transportar la ayuda, privan a los más vulnerables de la asistencia que necesitan desesperadamente, agregó la agencia.

Detalló que casi un tercio de la población del país, unos 15,8 millones de personas, ya precisaban ayuda antes de que empezaran los combates. El Plan de Respuesta Humanitaria de Sudán para 2023 de la ONU sólo ha recibido un 13,5% de los fondos solicitados.

La salud, otro riesgo mayúsculo

A las afectaciones causadas por la violencia se suma el cierre de más del 60% de las instalaciones sanitarias en Jartum, refirió la Organización Mundial de la Salud (OMS), y añadió que apenas el 16% de esos centros funciona normalmente.

Desde el comienzo de los enfrentamientos, la OMS ha verificado 25 ataques contra las edificaciones de salud, con un saldo de ocho personas muertas y 18 heridas.

En tanto, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) informó que la violencia ha interrumpido la atención crítica a unos 50.000 niños que sufren de desnutrición aguda severa.

La ONU reubica a su personal

Para continuar su labor en Sudán, la ONU ha reubicado a cientos de sus trabajadores en ese país. El Secretario General, António Guterres, explicó que un convoy de 1200 empleados de la Organización, así como de ONG y diferentes misiones llegó a Puerto Sudán desde la capital, apoyado por la Oficina de Seguridad de Estados Unidos, país al que agradeció infinitamente la ayuda para el traslado a salvo de ese grupo en medio una situación tan difícil y peligrosa.

Asimismo, António Guterres expresó su gratitud a Francia por su asistencia en el transporte seguro de más de 400 miembros del personal de la ONU y sus familias fuera de Sudán.

La Armada francesa transportó a más de 350 empleados de la ONU a Yeda, en Arabia Saudita, el martes por la noche, y el jueves 27 de abril, más de 70 miembros del personal afiliado y de la ONU, volaron en un avión de la Fuerza Aérea Francesa desde El Fasher, Sudán, a la capital de Chad, N’Djamena.

Guterres también agradeció a las autoridades de Arabia Saudita, Chad, Kenya y Uganda por facilitar la llegada de parte del personal de la Organización y de sus familias.