El racismo que padecen en México las comunidades afromexicanas es aún más grave que el de las culturas indígenas, pues han dejado de ser visibilizadas y son ignoradas por completo, coincidieron activistas, actrices y legisladoras durante la mesa La raíz olvidada: la negritud, que formó parte del Encuentro Racismo, arte y cultura. Una conversación urgente, llevado a cabo en El Colegio Nacional.
La serie de actividades es coordinada por el colegiado Juan Villoro, Lucina Jiménez, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal); Enrique Singer, director de la Compañía Nacional de Teatro, y el poeta Mardonio Carballo. En su cuarta sesión contó con la participación de la actriz Muriel Ricard, la directora teatral Marisol Castillo, la etnóloga Natalia Gabayet, la activista Isaura de la Cruz y la senadora Susana Harp, moderados por la periodista Simona Raquel Santiago.
La charla, realizada de manera presencial en las instalaciones de El Colegio Nacional y con transmisión virtual, arrancó con la lectura dramatizada de una escena de Domingo Angola, de Jaime Chabaud, en un montaje de la compañía independiente Mulato Teatro.
“¿Qué pasa con esa diferencia entre ser indígena y ser afrodescendiente?”, planteó la activista Isaura de la Cruz, y respondió: “no tengo los mismos derechos”. Agregó que el mestizaje se llevó a cabo entre europeos e indígenas y también entre indígenas y afrodescendientes, pero “muchos no quieren hablar de este mestizaje.
“Si en otras entidades vemos que son blanquitos y de ojo claro lo decimos con orgullo: ‘es que se trata de mejorar la raza’; pero cuando hablamos de nuestras raíces mexicanas de inmediato se nos viene a la mente el mestizaje entre indígenas y españoles, porque no recordamos que también se dio con negros que habían llegado como esclavos, esa es la raíz que tenemos olvidada, la raíz negra”, señaló la activista.
Nacida en Xochistlahuaca, en la Costa Chica de Guerrero, De la Cruz indicó que pertenece al pueblo amuzgo: “Puedo sentirme orgullosa de ser indígena, sin embargo, los derechos no son para todos y no todos se pueden sentir orgullosos. Viene la otra parte, estoy del lado de reconocerme como afro, ¿cómo me va si me reconozco de esa parte? Como indígenas hemos avanzado mucho, pero como afro nos falta muchísimo”.
En su oportunidad, la senadora por Oaxaca, Susana Harp afirmó que “las comunidades más pobres dentro de las pobres son las afromexicanas: donde las mujeres tienen una mayor vida violenta es en las comunidades afromexicanas; donde prácticamente no hay escuelas o universidades es en las regiones afromexicanas. Hay mucho trabajo por hacer”.
Harp recordó que desde hace dos décadas se ha trabajado para visibilizar diferentes temas a través de la cultura, entre ellos la negritud. Desde el Senado, en 2019 se logró adicionar un apartado C al artículo 2o de la Constitución para reconocer a los pueblos y comunidades afromexicanas: “Hemos logrado a partir de la reforma constitucional que por primera vez el INEGI los tuviera que contar”, celebró la senadora.
Añadió que actualmente se busca armonizar más de 14 leyes: “qué bueno que estén en la Constitución, pero se pueden quedar ahí, en letras de oro y no pasa nada. Ahora el reto es precisamente cambiar la Ley de Migración, es cambiar el Código Penal federal, es cambiar las leyes internas de la SEP, porque esa es otra necesidad, es algo que les molesta profundamente a las comunidades, no estar en los libros de texto.
“La conquista y la nación surgió entre indígenas y españoles, llegaron muchos europeos y llegó un número infinitamente mayor de gente que provenía de África en condición de esclavitud, pero nunca se habla de eso y las comunidades quieren estar en los libros de texto”, aseveró Harp.
La actriz Muriel Ricard coincidió en la necesidad de nombrar y visibilizar a los pueblos afromexicanos: “algo muy importante, que es tan básico, es aprender a nombrar las cosas y una de las cosas importantes de aprender a nombrar es que estas nombrando lo que ves, pero cuando no lo ves se olvida, me parece muy importante esta palabra, que además ahorita está de moda, que es visibilizar y visibilizar es un verbo, son acciones”.
Ricard sostuvo que durante su infancia adoleció de la falta de verse reconocida en su propio país: “prendía la tele y nunca me reconocí, no estaba ahí, no estaba representada, ni en el teatro, ni en la tele ni en el cine y cuando estaba representada solamente tenía que ver con la esclavitud.
“Como actriz, desde hace mucho tiempo decidí no interpretar ciertos papeles justamente para empezar a nombrar y visibilizar, no nada más somos sirvientes, no nada más somos cocineros, no nada más nanas, no nada más somos esclavos. Somos seres humanos y nos queremos ver representados en el pasado y en el presente”, destacó.
Según la actriz, la falta de reconocimiento en México de su afrodescendencia le ha impedido llevar a cabo plenamente su trabajo: “El cine que he hecho en su mayoría es extranjero, no me llaman para hacer cine mexicano porque no me consideran mexicana, pero si lo soy”. Sólo hasta después de 40 años de carrera, enfatizó, es la primera vez que trabajará en una obra del Siglo de Oro, con texto de Juan Ruiz de Alarcón, en la UNAM.
La también actriz, directora y gestora cultural Marisol Castillo coincidió: “Nosotros no tenemos representatividad en el sector público ni en el privado. Apenas en 2019, dijo, se pudo conocer el número “casi exacto de afrodescendientes” en México; según los resultados publicados por el INEGI en 2020 se trata de 2 millones 576 mil 213 personas, lo que representa el 2 por ciento de la población total del país. “Entonces quedamos que en México sí hay negros, contados, nombrados y reconocidos.
“Sabemos y somos conscientes de que nos queda un trecho larguísimo que debemos de recorrer para lograr esa visibilidad, ese reconocimiento, justicia, respeto y protección de nuestro derechos y libertades fundamentales de todas las personas afrodescendientes”, manifestó la directora de la compañía Mulato Teatro.
“Soy una mujer visiblemente racializada”, puntualizó la actriz colombo-mexicana, quien reside en México desde hace 19 años. Castillo se refirió a la discriminación que persiste en el medio cultural y teatral y que, consideró, se debe a “la falta de directores, de cabezas de equipo que manejen estos nuevos discursos, que quieran romper los cánones establecidos, que quieran arriesgarse en la selección de un elenco diverso, con diferentes tonos de piel, incluso si es para interpretar una misma familia.
“Si la Compañía Nacional de Teatro o cualquier equipo creativo de aquí de México quiere montar espectáculos sin discriminación e inclusivos, pueden hacerlos, porque si quieren, pueden. Si me preguntan ¿se deben buscar cuotas de color de piel basadas en una investigación académica loable, y todavía en ciernes, para elegir el elenco de la Compañía Nacional de Teatro? Sí, por favor, háganlo”, expresó.
“Estoy convencida que el teatro puede aportar mucho en la producción de esas nuevas culturas orgullosas de la diversidad de las que son portadoras, siempre y cuando las cabezas de equipo, llámese productores, directores, patrocinadores, acepten la riqueza de esa diversidad y no la quieran homogeneizar”, expuso.
Para finalizar, la etnóloga de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, Natalia Gabayet, se refirió a los estudios que ha realizado en diferentes comunidades afromexicanas y afirmó que su trabajo ha partido del “activismo académico” que entiende que “lo que hacemos debe servir para deconstruir el racismo existente”.
La mesa La raíz olvidada: la negritud, como parte del Encuentro Racismo, arte y cultura. Una conversación urgente, coordinado por Juan Villoro, integrante de El Colegio Nacional, se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.