En 2020 las personas con discapacidad constituían 15 por ciento de la población mundial (más de mil millones), casi 190 millones de ellas tienen dificultades en su funcionamiento y requieren, con frecuencia, servicios de asistencia, indica la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además, debido al envejecimiento e incremento de enfermedades crónicas, el número, a nivel global, va en aumento, refiere el organismo internacional.

La especialista de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Berenice Pérez Ramírez, comenta que en el ámbito nacional, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, hay seis millones 179 mil 890 personas con algún tipo de discapacidad, lo que representa cinco por ciento de la población total; 53 por ciento son mujeres y 37 por ciento varones.

Considera que en el caso de los mexicanos el aumento quizá se deba a la discapacidad psicosocial. No se hablaba mucho de esa limitación porque se trata de malestares temporales o permanentes que, aparentemente, no se marcan en el cuerpo y, por tanto, no son visibles y se refiere a todos aquellos subjetivos que, desde una perspectiva médica, se identifican como trastornos: de ansiedad, depresión, bipolar y otros del estado de ánimo; alimentación, personalidad, estrés postraumático y trastornos psicóticos, acota.

Durante la pandemia, esa condición se incrementó, incluso la OMS reconoce que México tiene los más altos índices de depresión y ansiedad, además de que es un país con una alta incidencia de diabetes y es probable que las crónico-degenerativas dejen una secuela en quienes las padecen, si no reciben atención médica adecuada; por esta razón también es posible que se eleven las cifras.

Somos una población que envejece, nuestro país transita por un proceso de envejecimiento demográfico, ya que mientras que en 1990 habitaban cuatro millones 988 mil 158 personas de 60 años y más, en 2019 fueron 13 millones 935 mil 501 personas de 60 años o más.

“Tal vez esa sea la explicación de que se considere que en México cada vez haya más población con alguna, porque estos factores, que son de orden biológico, social y económico, van generando o potenciando la discapacidad”, puntualiza la también coordinadora del Centro de Investigación y Estudios en Discapacidad y Salud de la ENTS.

Pérez Ramírez reconoce que hay avances importantes en la atención social de este grupo. Por ejemplo, su inclusión educativa es hoy un tema relevante y las instituciones llevan a cabo acciones para que accedan cada vez más a todos los niveles. En términos de salud hay mayor cobertura, incluso, un indicador significativo es poder interactuar, con mayor frecuencia, con ellas en distintos espacios públicos, algo que no ocurría.

A pesar de los esfuerzos, aclara, esta población enfrenta grandes obstáculos y es objeto de estigmatización y marginado, asimétricamente más pobre, a menudo desempleado y con mayores tasas de enfermedades.

Con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, que se conmemora el 3 de diciembre, la socióloga universitaria asevera que son diversos los retos en los diferentes ámbitos para su atención y se requiere continuar con acciones y estrategias para la igualdad de condiciones.

Social y culturalmente hemos avanzado, admitir que no se debe institucionalizarlas o mantenerlas en el anonimato y en el encierro familiar, era una práctica común hasta hace algunos años. “También hay logros en materia de derechos, gracias a los movimientos de personas con discapacidad que hablan en primera persona y a quienes constantemente impulsan acciones a su favor”.

Puntualiza que en 2006 se creó la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y se puso en marcha en 2008; es base importante a nivel global para que los Estados asuman compromisos y obligaciones con estas poblaciones, lo que genera un ambiente de mayor apertura y de empuje por sus garantías, aunque en lo cotidiano continuamos con algunos prejuicios y estigmas hacia ellos.

Para la experta “más que cuestionar la discapacidad como una condición diferente, tendríamos que repensar lo que hemos estado considerando como normal y normalidad en este ámbito. En la medida en que la cuestionemos, dejaremos de pensar que esa condición es terrible, una tragedia o una condición que anula a la persona, porque esa es una visión que ha lastimado muchísimo los derechos de las personas con discapacidad”.

Pérez Ramírez enfatiza que esta conmemoración debe pensarse como una deuda histórica que aún tenemos, porque han vivido a la sombra de los avances sociales y políticos. “Pensarlo de esa manera nos posiciona en el sentido de preguntarnos cómo me relaciono con este sector de la población, incluso, si nos estamos relacionando con ellos”.

Por Veral