La suspensión o el cierre de los servicios esenciales de salud en América Latina y el Caribe debidos a la pandemia de COVID-19 pueden revertir gravemente los avances en la reducción de la mortalidad de las mujeres y los niños de la región, advierte un nuevo estudio apoyado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF).

Según el informe, una reducción del 10% de la cobertura de los servicios esenciales de salud materno-infantil podría causar hasta 28.000 muertes de madres y 168.000 de recién nacidos.

Además, el aumento del hambre en medio de la pandemia conlleva a la malnutrición de las embarazadas y los niños, causando el posible retraso del crecimiento intrauterino, así como la desnutrición aguda y crónica durante la niñez, incrementando el riesgo de muerte por enfermedades infecciosas.

La doctora Arachu Castro, autora del informe, asegura que se registran diariamente 30.000 nacimientos en la región y que de ellos 4800 nacen de una madre adolescente. Según la experta, la mayoría de los países había logrado disminuir la mortalidad causada por el embarazo, parto y postparto y la de menores de 5 años a los niveles recomendados por los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

“Pero con la suspensión parcial o total de los servicios de salud sexual, reproductiva y pediátrica; con las dificultades de acceso por la falta de transporte público; con el miedo a exponerse al coronavirus; y con el aumento de la malnutrición causada por la pobreza, miles de mujeres, niños, niñas y adolescentes corren el riesgo de morir por falta de atención en salud, y no por COVID-19”, expresa en un blog publicado en la página del PNUD.

El estudio señala además que, hasta junio de 2020, las circunstancias redujeron a la mitad la demanda de los servicios de vacunación en los 38 países de la región, y que por lo menos 18 Estados han reportado dificultades en la obtención de inmunizaciones e insumos, como jeringuillas, por dificultades en el transporte y el cierre de fronteras.