Los educadores continúan aprendiendo. Durante una mesa de diálogo, académicos de la IBERO Puebla vinculados con el proceso de enseñanza y aprendizaje compartieron algunos proyectos de investigación e incidencia que ilustran los procesos de adaptación al ir y venir pandémico.
Enseñanzas de la pandemia
A todo el mundo le tomó un par de semanas adaptarse a la vida virtual cuando la COVID se convirtió en un asunto global. Diferentes áreas de la Universidad Jesuita, lideradas por Laura Bárcenas Pozos y Omar Gutiérrez Peral, han llevado a cabo procesos de evaluación para conocer la evolución de este proceso de resiliencia en las diferentes olas del coronavirus.
Sus hallazgos fueron expuestos en diferentes dimensiones. En lo pedagógico, la mayoría de los estudiantes aprobó el desempeño docente tanto por los conocimientos del profesor como por sus dinámicas de clase. Al mismo tiempo, los jóvenes recomendaron diversificar las herramientas para favorecer el proceso de aprendizaje.
El alumnado manifestó su satisfacción con los recursos tecnológicos para llevar a cabo la educación a distancia. Sin embargo, también demandó un monitoreo constante de las herramientas ya existentes para mejorar su experiencia, particularmente en las aulas adecuadas para clases híbridas.
Los hallazgos más significativos corresponden al aspecto psicoemocional. Al inicio de la pandemia, tanto estudiantes (77%) como profesores (81%) manifestaron altos niveles de estrés; los docentes se sentían frustrados, mientras que los alumnos manifestaban tristeza. Pese a que el estado de ánimo mejoró significativamente con el tiempo, la modalidad híbrida ha supuesto sus propios retos.
Un estudio de la Universidad de Liubliana en Eslovenia ofreció un diagnóstico a mayor escala. Belinka González Fernández relató su experiencia en la investigación cuya muestra contempló a más de 10,000 estudiantes de educación superior de 10 países pertenecientes a cuatro continentes.
Entre los resultados se encontró que el principal factor en la aptitud de la enseñanza en línea fue la calidad en el servicio educativo. Contrario a las hipótesis, las interacciones en línea entre estudiantes o profesores, así como las habilidades tecnológicas del alumnado, no fueron tan determinantes en el proceso de enseñanza.
La calidad del aprendizaje en línea se percibía a través de asistencia técnica por parte de las universidades, pero también mediante el rol activo de los profesores. En síntesis, el factor diferencial fue la correcta planeación de las clases con base en el contexto. “Comprender estos factores puede ser importante para quien toma decisiones sobre qué tipo de formación dar a su personal docente”, aseguró la académica de Ciencias e Ingenierías.
Nuevas realidades
No hay marcha atrás una vez que se regresa a lo presencial, y las infancias lo saben. Volver a las aulas implicó también recuperar el edén del patio de recreo. Pero hubo restricciones: la SEP condensó todas las pautas para una convivencia segura en su manual MEJOREDU: Juguemos con sana distancia. Los niños regresaron a la normalidad de un mundo gobernado por los adultos.
Las académicas de la IBERO Puebla Itzel López Nájera, Diana Jaramillo Juárez y Lorena García Mendoza comenzaron a estudiar los juegos de los niños de primaria y cómo la violencia a su alrededor impacta en las dinámicas del recreo. Entonces llegó la COVID y lo cimbró todo. Su nueva orientación, aun en curso, se enfoca en la experiencia de jugar cuando hay pandemia de por medio.
De acuerdo con sus hallazgos al momento, los nuevos descansos entre clases en primarias de Puebla se caracterizan por la fragmentación de los patios por edad y género, lo que convierte la distancia social en un elemento disruptivo en proceso de normalización.
Aun así, los pequeños corren por todas partes. Los niños entrevistados señalaron que sus juegos favoritos son aquellos que demandan movimiento físico histriónico y libre. Dichas actividades, por supuesto, obvian la sana distancia. “Debemos imaginar otras posibilidades en las que podemos estar juntos sin que eso ponga en riesgo nuestra salud”, concluyó Lorena García.
Tal como las dinámicas de convivencia, los hábitos alimenticios están en proceso de mejora. Un equipo multidisciplinario coordinado por Nora Hemi Campos Rivera y Sandra Varela Alba trabaja en la instalación de jardines comestibles bioculturales en cuatro escuelas públicas de Puebla.
La intención es contribuir a construir una identidad basada en la salud que mejore las condiciones de vida de la población de las escuelas. De acuerdo con una muestra de 455 participantes, más del 70% de los padres de familia de los colegios participantes presenta sobrepeso y obesidad, mientras que en los niños está presente en uno de cada tres casos.
La siguiente etapa consistió en capacitaciones ofrecidas en el campus de la IBERO Puebla —previo a la COVID—, donde no solo se trataron aspectos nutricionales, sino que se incorporaron necesidades coyunturales como la inteligencia emocional y la salud mental. En la actualidad, el equipo trabaja en el diseño de una plataforma interactiva que enseñe a los usuarios a cuidar los jardines, mismos que estarían listos al final del periodo Primavera 2022.