Comparte:

Aunque la concha de las caracolas tiene forma variable, generalmente es espiralada. Univalva, fuerte y sólida, se constituye de carbonato de calcio y tiene apariencia brillante, esmaltada y de colores agradables y vivos. Presenta ornamentaciones como: orificios y canales respiratorios, costillas verticales, cordones espirales y suturas.

Los moluscos están catalogados como la segunda clase más diversa del reino animal, y entre los moluscos, los caracoles marinos son la clase más diversa, pues aunque todos ellos comparten las mismas características básicas, pueden tener diferencias debido a la adaptación a nichos ecológicos distintos.

Su diversidad ofrece una gama muy extensa de posibilidades aún por descubrir para la ciencia, pues lo conocido hasta hoy de estas especies reúne características asombrosas que rebasan la imaginación y constituyen grandes esperanzas para cubrir necesidades alimentarias, artísticas, médicas y ornamentales, entre otras.

Una pálida pincelada de lo mucho que se puede hallar en estas especies marinas lo muestran el caracol púrpura pansa (Plicopurpura pansa), el caracol rosado (Strombus gigas) y los caracoles Conus, las cuales habitan en los mares mexicanos.

Caracol purpura pansa. Habitante de la zona intermareal, este molusco univalvo se nutre de otros moluscos carnívoros y herbívoros. Pertenece al orden Neogastropoda y se caracteriza por secretar una tinta purpúrea que desde tiempos inmemoriales se ha utilizado para teñir productos textiles.

Misioneros e historiadores de la Colonia refieren que el arte del teñido púrpura se practicaba desde la época prehispánica en diferentes regiones de México. Perdura hasta nuestros días porque ha dado el más puro y firme color del espectro violeta sin fijadores a textiles en las culturas mixteca, chontal, zapoteca, huave y huichol, y en diversas prendas de algodón o lana ha recorrido el mundo.

De los caracoles del orden Plicopurpura pansa, de las familias Muricidae y Thaididae, que habitan sustratos arenosos y rocosos de las costas templada y tropical del Pacífico mexicano, parte del Golfo de México y del Mar Caribe, se ha extraído el mayor volumen del tinte purpúreo en el país, principalmente en los estados de Chiapas y Oaxaca por parte de indígenas chontales y mixtecos.

En el extremo suroeste de Oaxaca una veintena de artesanos recorre año con año 200 km de costa, desde Pinotepa de San Luis hasta Huatulco. Trepan los acantilados y ordeñan al caracol que vive adherido a las rocas arriba de la marea, donde recibe la brisa marina.

Sin embargo, pese a estar sujeto a Protección Especial por la NOM-059-SEMARNAT-2010, Plicopurpura pansa podría ser irrecuperable por la sobreexplotación a que lo han sometido extranjeros que han intentado apropiarse del singular caracol. A mediados de los ochenta una compañía japonesa casi acaba con el molusco, de no ser por la protesta social y la denuncia mediática que originó un bando de buen gobierno municipal que ha resultado insuficiente.

Décadas atrás, la franja del litoral oaxaqueño donde habita el caracol púrpura fue decretada zona de conservación. No obstante, un turismo ávido de sensaciones gustativas llevó a la gastronomía a crear manjares de sabor picosito que sólo este caracol les puede dar, y la regulación se olvidó. Turistas que desconocen la tradición y la importancia ecológica del molusco lo manipulan e incluso lo engullen y destruyen, tanto fuera como dentro del Parque Nacional Huatulco.

Un acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación el 5 de marzo de 2014 lista a este caracol entre las 372 especies prioritarias que precisan mayores esfuerzos de conservación. Por su parte, los recolectores tradicionales de la tinta han cerrado filas para impedir que se entregue a extraños la técnica ancestral de ordeña del vivo tinte púrpura que el pequeño invertebrado expulsa para defenderse o para obtener alimento.

Caracol rosado. Codiciadas por su carne y hermosa concha, las poblaciones de Strombus gigas han sido diezmadas por la sobre pesca y la captura furtiva, por lo que se pidió proteger bajo la NOM-059-SEMARNAT-2010 a este molusco del Caribe mexicano que actualmente está en veda y que desafortunadamente no se respeta.

La Reserva de la Biósfera Banco Chinchorro, municipio de Othón P. Blanco, Quintana Roo, es el área de pesca del Caribe mexicano donde se cosecha más del 90% de la producción de caracol rosado del país.

La Carta Nacional Pesquera describe a la pesquería de caracol “en deterioro”, pues ni vedas, tamaño mínimo y cuotas de captura han frenado la presión pesquera y la captura furtiva que en los últimos años han sobre explotado las poblaciones de Strombus gigas en toda su área de distribución del Caribe.

Datos del Centro para la Diversidad Biológica indican lo anterior y señalan que desde que la especie fue incluida en el Apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas, en 1992. A la fecha, México ha exportado más de 100,000 caracoles a Estados Unidos, Japón, Nueva Zelanda, Alemania, China, Francia, Taiwán, Brasil y Alemania, entre otros países, y solo Estados Unidos ha importado más de 39,000 caracoles de México en la última década, por lo que el mismo gobierno del país vecino del norte está valorando la posibilidad de proteger al caracol bajo su ley de especies en peligro de extinción.

La caza furtiva representa una gran amenaza para Strombus Gigas cuya concha tiene también un amplio uso ritual como instrumento musical entre nuestras culturas indígenas desde tiempos ancestrales.

En Banco Chinchorro los pescadores tienen autorizada una cuota de caracol rosado de 9 toneladas por año, pero los cazadores furtivos extraen más de 50 toneladas. Por eso se pide listar al caracol rosado en la NOM-059-SEMARNAT-2010, para emitir medidas y regulaciones que garanticen la sostenibilidad del molusco, incluso a través de áreas de refugio y vedas.

Caracoles Conus. Desde hace varias décadas, científicos de diferentes países, entre ellos México, estudian a los caracoles Conus que viven en los mares tropicales y sobresalen no sólo por constituir una gran familia de entre 500 y 700 especies, sino porque un centenar de ellos poseen potentes venenos.

Investigaciones de expertos revelan que la insulina que segrega el Conus geographus provoca un ataque hipoglucémico en sus presas antes de devorarlas tranquilamente, por lo que se han estudiado los componentes de esos venenos y se han encontrado a lo largo de varias décadas más de 100 neurotoxinas que juntas pueden matar a un humano, pero, de manera individual, algunas pueden ser su salvación.

El futuro de los analgésicos puede estar en el fondo del mar, escribió Miguel Ángel Criado en un artículo publicado por El País. Allí, en las cálidas aguas del Caribe vive un caracol venenoso que tiene en su boca una especie de arpón con el que ataca a sus víctimas. Ese veneno podría ser una alternativa a los fármacos opioides que se usan para combatir los dolores más intensos. Uno de sus componentes ha demostrado ser eficaz aliviando el dolor en ratas tratadas con quimioterapia, indica.

De la especie Conus regius, o cono real, destaca una molécula de su veneno, un péptido que parece impedir la transmisión de las señales de dolor por parte de las neuronas, lo que sucede sin usar los receptores opioides de la membrana de las células nerviosas que responden tanto a la acción de opioides que crea el cerebro, como a los exógenos como el opio y la morfina.

Eficaz e inmediato ante dolores intensos posoperatorios u oncológicos, esta neurotoxina deja atrás los dos grandes problemas de los opioides: desarrollo de tolerancia y adicción.

En los litorales de México se encuentran alrededor de 50 especies de caracoles conus, que en su mayoría se alimenta de gusanos marinos. Las especies piscívoras sorprenden por su velocidad de caza. En acuarios se ha observado que el resultado de una picadura paraliza por completo a un pez en 1 o 2 segundos. De Conus geographus, que habita en la región del océano Indo-Pacífico se ha registrado la muerte en humanos.

Los investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, Estuardo López Vera, doctor en ciencias biomédicas; Manuel B. Aguilar Ramírez, doctor en ciencias químicas e investigador del Instituto de Neurobiología, y Edgar P. Heimer de la Cotera, del Instituto de Neurobiología, campus Juriquilla, Querétaro, reconocen en un artículo publicado en la revista Ciencia de la Academia Mexicana de Ciencias, que existen muy pocos estudios acerca de compuestos biológicamente activos aislados de gasterópodos que habitan nuestros mares.

En México, informan, se ha iniciado la investigación de los componentes del veneno de varias especies mexicanas del género Conus y, a nivel mundial, la caracterización de los venenos de algunas especies de la familia Turridae, pero es necesario conocer la distribución de los gasterópodos en nuestras aguas territoriales.

Comparte:
Verificado por MonsterInsights