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Las cárceles latinoamericanas se ven excesivamente rebasadas, algunas casi al 400% de su capacidad. Datos de la World Prison Brief (WPB) indican que Haití, Guatemala, Bolivia y Granada han duplicado, triplicado y hasta cuadriplicado sus capacidades, volviendo estos lugares focos de violaciones a derechos humanos.
Acontecimientos como los motines o las rebeliones han dejado centenas de muertos, y han puesto en duda el papel de las prisiones en un territorio convulso y complejo como América Latina; para el Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni, exministro de la Corte Suprema de Justicia de Argentina, esta situación es la clara señal de un paradigma, que demuestra la poca o nula eficacia de los sistemas penitenciarios.


“Solo podríamos salir [del paradigma carcelario] uniéndonos contra ello, pero se hacen todos los esfuerzos colectivos para que no lo logremos”: Dr. Raúl Zaffaroni


Para el jurista, las prisiones representan discrepancias desde su origen, que parte de una ideología de reduccionismo biológico con una profunda raíz racista y clasista, en la que la población carcelaria se reducía a personas en situaciones vulnerables.
Esta idea vio su segundo aire con la llegada del neoliberalismo económico, que de base plantea lo mismo, pero con la motivación económica de por medio que solo beneficia al Estado y a los que están inmersos en él. “’Estamos bajo una ideología de desaparición del Estado’, dicen ellos. En realidad, el Estado que ellos plantean no desaparecerá”, explicó el Dr. Raúl Zaffaroni.
Así pues, se crea una política de lo descartable, como lo denominó el experto, donde “hay que controlar” a aquellos a los que la política estatal no beneficia, y el control se ejerce dentro de los espacios carcelarios. Falta de agua, privación del sueño, violencias físicas, psicológicas y sexuales; esas son solo algunas de las graves violaciones que se cometen para ejercer control.
“Estamos tocando fondo, y estamos traicionando un discurso que repetimos, que es totalmente falso, y con el que formamos a nuestros operadores judiciales”. Según el especialista argentino, el discurso de la justicia comienza a ser “una broma de mal gusto”.
El ponente dejó en claro la necesidad de cambiar la narrativa penitenciaria y, en general, el sistema carcelario, pues de lo contrario son “cárceles deterioradas casi a campos de concentración”, en las que la mortalidad y la violencia imperan y no aseguran una reinserción social adecuada.

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Por Veral

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