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La experta del INAH apunta que los recursos del Promeza, destinados a fortalecer la infraestructura de los sitios colindantes a la ruta del Tren Maya, agilizarán estas tareas.

“Teníamos tratamientos de conservación y de restauración que, por un tiempo y con apoyo de sistemas auxiliares, como cubiertas de protección y aerodrenes, evitaron la pérdida de materiales originales. Algunas de estas intervenciones, hechas a lo largo de dos décadas, mostraron signos de daño, alteración o falla a causa de las lluvias, de modo que hemos reemplazado muchas de ellas.

“Las primeras acciones consistirán en eliminar y retirar con vapor de agua a presión la microflora de las fachadas con mayores escurrimientos pluviales, pues las cubiertas se dañaron con los fuertes vientos y la lluvia continua”. La especialista indica que el desarrollo de algas y hongos, más allá de producir manchas, origina daños químicos significativos en las superficies de los elementos decorativos.

Los bienes arquitectónicos de Ek’ Balam derivan de la extracción y el procesamiento de piedra caliza de excelente calidad. En ese sentido, los relieves estucados del Sak Xok Naah se crearon con cal proveniente de piedra caliza quemada y arenas del mismo origen. Por eso, la materia prima usada en las restauraciones es cal química de gran pureza, producida en Yucatán, lo que evita el comportamiento diferencial en procesos de contracción y expansión durante el secado y evaporación de agua contenida en los materiales constructivos.

Ek’ Balam, “Lucero-Jaguar”, tuvo su apogeo en el periodo Clásico Tardío (600-900 d.C.), y posiblemente fue sede del reino de Talol. El gobernante Ukit Kan Le’k Tok’ (770-801 d.C.) mandó a edificar la mayor parte de la Acrópolis, siendo el Sak Xok Nahh su sepulcro, donde fue acompañado con una rica ofrenda de más de siete mil piezas

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Por Veral

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