Los historiadores e investigadores hemos podido verificar que, en efecto, las catástrofes son parte de la vida cotidiana, están todos los días, y no son excepcionales, manifestó María Dolores Lorenzo Río, del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM.
Al intervenir en la presentación del libro “Historiar las catástrofes”, obra editorial coeditada por este Instituto y la Sorbonne Université, la co coordinadora del volumen señaló que la propuesta va más allá de las descripciones de hecatombes en el pasado y buscar entender el origen de los desastres, como causas físicas y naturales, y en contextos sociales.
En conferencia a distancia como parte de las actividades del “Mes de México. Esplendores de ayer y hoy”, dijo que la recepción de este libro en México es interesante porque su vigencia está marcada por el sismo de 2017.
“Fuimos identificando las coyunturas y los procesos catastróficos a partir de la interpretación de documentos, y ahí hay una gran diversidad de estudio de estos fenómenos. Y, por otro lado, pudimos dimensionar en tiempo y espacio la calamidad humana, cómo le dan sentido histórico al desastre los contextos ideológicos políticos, económicos, sociales y culturales con los que cada comunidad contó para enfrentar y superar la destrucción”, explicó.
El texto trata diversas experiencias vividas en territorios expuestos a riesgos recurrentes. Los casos estudiados van desde tiempos prehispánicos en la región maya, pasando por los territorios de las monarquías hispánicas, hasta llegar a las ciudades y los puertos de América Latina y España en el siglo XX.
En su oportunidad, David Marcilhacy, cocoordinador del libro y profesor del Departamento de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de Sorbonne Université, mencionó que es una obra para conocer cómo se posicionan las diversas sociedades en el tiempo frente a hechos catastróficos, ante “eventos extremos, traumas individuales y colectivos y su capacidad de resiliencia”.
Miguel Rodríguez Macías, formado en la UNAM, y profesor de Historia Contemporánea de América Latina de los siglos XIX al XXI en La Sorbonne, resaltó la importancia de cómo se escribe la historia de las catástrofes. “Aun cuando somos contemporaneistas ampliamos el espectro temporal del tema, y se incluyó un estudio sobre el desplome del imperio Maya”.
Paisaje mexicano
Otra de las obras presentadas, que “prueban la longeva cooperación entre ambas universidades”, afirmó Federico Fernández Christlieb, titular del Centro de Estudios Mexicanos (CEM) UNAM-Francia, es “El petate y la jícara: los estudios de paisaje y geografía cultural en México”, colaboración entre el Instituto de Geografía (IGg) y esta institución europea, de la cual funge como editor.
La Geografía Cultural, expuso, no es una rama de las ciencias geográficas, es un enfoque; este giro puso al descubierto asuntos que ahora nos parecen obviedades pero que hace 20 años no lo eran.
“Por ejemplo, el cambio climático que está en las formas de relación de los seres humanos o, dicho de otro modo, que las sociedades tradicionales tenían razón cuando hablaron de la Tierra como un ser vivo y que nuestras conexiones con el planeta son definitorias en el equilibrio ambiental”, manifestó.
Por ello, agregó, para enfrentar a los dos grandes problemas de nuestro tiempo, -la desigualdad socioeconómica y el deterioro ambiental-, en los años por venir la humanidad necesitará de un enfoque transdisciplinario y con visión sostenible. Esta óptica coincide con lo que reseñamos en el texto, cuya bibliografía refiere a 443 obras académicas correspondientes a distintas áreas del conocimiento.
Al comentar el libro, en donde escriben siete autores mexicanos, incluidos del IGg de la UNAM, y cuyo prefacio e introducción fueron elaborados por académicos de Sorbonne Université, María Teresa Sánchez Salazar, investigadora de esta entidad académica, destacó: aporta elementos para interpretar los paisajes mexicanos y ayuda a comprender la importancia de la cultura en su construcción e interpretación en la sociedad.
“El título del libro hace referencia a una antigua metáfora mesoamericana que sintetiza el paisaje: donde la superficie es el petate y la jícara es una vasija que simula la esfera celeste colocada al revés sobre el petate”. Así se concebía como una unidad: simbólico y sagrado en todos los aspectos de la vida.
Estuvieron también desde Francia Béatrice Perez, Vicedecana de Relaciones Internacionales de La Sorbonne; y a distancia Ana Carolina Ibarra González, directora del IIH-UNAM.