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Las tormentas de arena y polvo representan un gran desafío para lograr un desarrollo sostenible en sus dimensiones económica, social y medioambiental. En los últimos años, se han convertido en una gran preocupación mundial debido a sus graves repercusiones en el medio ambiente, la salud, la agricultura, los medios de subsistencia y el bienestar socioeconómico.

Las tormentas de arena y polvo son un elemento esencial de los ciclos bioquímicos naturales de la Tierra, pero también obedecen en parte a factores inducidos por el ser humano, como el cambio climático, la gestión insostenible de la tierra y el uso del agua. Asimismo, contribuyen al cambio climático y a la contaminación atmosférica. Los efectos de las tormentas de arena y polvo afectan a todas las regiones del mundo, tanto a los países desarrollados como a los que están en vías de desarrollo, y plantean graves problemas para la consecución de once de los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente los siguientes objetivos:

Al menos el 25% de las emisiones mundiales de polvo proceden de la actividad humana y, en algunas zonas, el polvo del desierto se ha duplicado en el siglo XX. Los efectos de este fenómeno son difíciles de controlar, ya que la intervención del hombre en una parte del mundo puede provocar tormentas de arena y polvo en otra región. Sin embargo, del mismo modo, las tormentas de arena y polvo también pueden reducirse gracias a la intervención del ser humano.

Resolución de la Asamblea General

Reconociendo que las tormentas de arena y polvo y sus efectos negativos a distintas escalas son cuestiones de interés internacional, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó, en su resolución A/RES/77/294, el 12 de julio como Día Internacional de la Lucha contra las Tormentas de Arena y Polvo.

La Asamblea General destaca la necesidad de que haya cooperación a nivel mundial y regional para prevenir, gestionar y mitigar los efectos de las tormentas de arena y polvo. Esto puede hacerse mediante la mejora de los sistemas de alerta temprana y el intercambio de información climática y meteorológica para pronosticar esas tormentas, utilizando análisis estacionales y subestacionales y proyecciones a largo plazo de los parámetros conexos en relación con el cambio climático. Las medidas de resiliencia para combatir y reducir las tormentas de arena y polvo requieren comprender mejor las graves consecuencias multidimensionales de dichas tormentas, en particular el deterioro de la salud, el bienestar y los medios de vida de las personas, el aumento de la desertificación y la degradación de las tierras, la deforestación, la pérdida de diversidad biológica y de productividad de la tierra, la amenaza a la seguridad alimentaria y sus efectos en el crecimiento económico sostenible.

Coalición de las Naciones Unidas para Luchar las Tormentas de Arena y Polvo

a black and white photo of a flag fluttering in a sand dust storm

En respuesta a varias resoluciones recientes de la Asamblea General sobre la lucha contra las tormentas de arena y polvo, las entidades participantes en la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación lanzaron oficialmente la Coalición de las Naciones Unidas para la Lucha contra las Tormentas de Arena y Polvo, que compromete al sistema de las Naciones Unidas a adoptar un enfoque proactivo para combatir estos fenómenos y a mejorar la cooperación y la coordinación en este ámbito a escala mundial, regional y subregional.

La Coalición de las Naciones Unidas para Luchar contra las Tormentas de Arena y Polvo se propone:

  • Promover y coordinar una respuesta conjunta del sistema de la ONU sobre el fenómeno de las tormentas de arena y polvo;
  • Facilitar el intercambio de conocimientos, datos y mejores prácticas entre los miembros de la Coalición para promover acciones eficaces y coherentes en relación con estos fenómenos en todo el sistema de la ONU y fuera de él;
  • Alentar y promover la colaboración en iniciativas y medidas entre los miembros de la Coalición, incluidas las iniciativas de promoción y financiación;
  • Propiciar el diálogo y la colaboración entre los países afectados y la ONU para abordar colectivamente las cuestiones relativas a las tormentas de arena y polvo;
  • Facilitar el desarrollo de las capacidades de los Estados miembros, aumentar su concienciación y mejorar su preparación y respuesta ante dichos fenómenos en regiones críticas.
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