Comparte:

Los espacios universitarios son semilleros de futuros esperanzadores. Para Ricardo Raphael de la Madrid, la sociedad se encuentra en un momento clave para la generación de conocimiento, lo que inevitablemente implica un cambio de paradigmas con consecuencias muy diversas.

El periodista visitó la Universidad Jesuita con una postura clara: existe un miedo por el futuro que ha generado una obsesión por las posibilidades; un pensamiento al estilo “qué pasaría si…”. Por ello, “no es vanidad asumir el peso de las decisiones de lo que nos toca vivir como sociedad y preguntarnos cuáles son los desafíos para los espacios universitarios”.

La revolución digital ha impulsado la generación infinita de data debido a la reducción considerable en los costos de producción y difusión. El asunto está en poder moldear estos recursos de tal manera que puedan convertirse en conocimiento real y no en información difusa e insignificante.

Raphael de la Madrid advirtió que la universidad debe ser capaz de entregar herramientas que permitan gestionar la vorágine de información que reciben los estudiantes en su día a día. Las ágoras educativas, dijo, deben consolidarse como ambientes críticos con efectos intra- y extramuros. Esto implica contribuir a generar preguntas pertinentes que permitan revisar los fundamentos de las sociedades y desafiar el futuro.

Al mismo tiempo, es necesario que el conocimiento generado en la educación formal salga de los circuitos académicos y sea extendido a la mayor cantidad de personas posible. De otro modo, la sobreinformación podría conducir a sociedades derrotadas. Advirtió: “La obsesión universitaria de que solo la educación formal cuenta ha sido un límite peligroso para colocarnos como élites intelectuales”.

México cuenta con brechas importantes en educación: la aspiración promedio en escolaridad apenas alcanza el segundo año de secundaria. Además, acceder a la educación superior no solo resulta una odisea, sino que no garantiza la movilidad social. Son los vínculos interpersonales tejidos en las universidades de élite los que permiten el verdadero crecimiento económico, lo que perpetúa las estructuras de desigualdad.

Pese a este círculo vicioso, Ricardo Raphael observó grandes potencialidades en la juventud de la fuerza laboral, la industria de exportación y la cercanía con Estados Unidos. El problema, completó, es que los agentes jóvenes son estructuralmente desplazados de los espacios productivos y formativos. El potencial se desaprovecha y el desarrollo se estanca.


“No he visto compromiso de la comunidad universitaria en el país para romper con la discriminación, atender poblaciones [marginadas] y conectar con otros centros de formación”: Ricardo Rafael.


La crisis de seguridad es otro lastre que erosiona el tejido social: el 40% del territorio nacional está dominado por sistemas del crimen organizado. Esta falta de gobernanza, explicó el analista, es producto del pensamiento de microcriminalidad —con altas influencias patriarcales— que convierte la violencia en un mal endémico. “Si las universidades no son un laboratorio para la paz, ¿para qué sirven en el presente? No habrá sociedad para educar en el futuro”.

Hacia el final de su disertación, reflexionó sobre la orientación que han tomado algunas formas de hacer política. Los nuevos liderazgos políticos son construidos con base en la influencia que el personaje puede tener en plataformas digitales, lo cual se ha conseguido a partir de una exaltación del perfil político; Donald Trump (Twitter), Jair Bolsonaro (Facebook) y la pareja que gobierna Nuevo León (Instagram) se han beneficiado de este efecto.

El resultado de esta nueva forma de ostentar el poder es la polarización. Explicó Raphael de la Madrid: “Cuando la hiperpolítica construye estos escenarios hay muy poco espacio para la construcción común […] Cuando la polarización se impone, los resultados son desastrosos”. Las universidades, redondeó, tienen que ser lugares en donde se aporte densidad a lo relevante y se conduzca a la conciliación.

Durante la interacción con el público, el especialista catalogó a la Cuarta Transformación como un movimiento político y cultural de ruptura institucional cuyas estrategias han detonado el desfondamiento del sistema partidista. “El México político que viene apenas está por inventarse”, dijo. Sin embargo, auguró: “debemos aprovechar este ruido para trabajar como comunidad crítica”.

Como parte de su visita a la IBERO Puebla, Ricardo Raphael se reunió en una sesión privada con las autoridades universitarias para discutir a fondo aspectos de la agenda pública. De igual manera, intercambió impresiones con el claustro de Humanidades respecto a las principales tendencias de periodismo y comunicación en México.

Comparte:

Por Veral