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El acoso escolar, por suceder en las escuelas y en los espacios comunes y por entrañar comportamientos violentos, activos o pasivos y encender señales de alarma, es detectable y debe ser atendido con oportunidad a fin de evitar daños irremediables.

Por ello, la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna) exhorta a las comunidades educativas y a los entornos familiares a eficientar los mecanismos de detección temprana que puedan garantizar que las intervenciones sean oportunas y las afectaciones evitadas.

El acoso escolar, que ocurre con intencionalidad, persistencia, asimetría y abuso de poder, a través de actos de agresión, amenazas, coacción, intimidación y maltrato físico y psicológico, mediante formas verbales, físicas o por medios impresos, electrónicos y digitales, ocasiona en las víctimas graves daños emocionales, físicos y sociales.

Estas agresiones descalifican, deshumanizan y causan serias afectaciones a quienes las sufren, generando exclusión, retraimiento, ausentismo, deserción escolar, y en su grado más extremo la privación de la vida.

El acoso escolar es un fenómeno social grave y multifactorial que debe combatirse enérgicamente desde sus raíces, en tanto que atenta contra los derechos humanos más elementales de niñas, niños y adolescentes, a la vida, a la paz y a una vida libre de violencia, en términos de lo que disponen el artículo 4° constitucional y la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (LGDNNA), en su artículo 13.

La Secretaría Ejecutiva del Sipinna nacional condena enérgicamente esta forma de abuso que puede tener muchas causas, e insta a las autoridades de los tres niveles de gobierno -que directa o indirectamente tienen corresponsabilidad en la prevención, atención y restauración de sus derechos cuando les han sido vulnerados- a que fortalezcan las medidas efectivas de detección temprana y respuesta inmediata.

De igual manera, exhorta a las comunidades educativas y familiares a diseñar e implementar campañas de información y mecanismos de prevención eficientes, a incentivar la comunicación entre madres, padres, personal docente y alumnado, a impulsar el respeto a las diferencias y a la diversidad, a trabajar en el fortalecimiento de los vínculos afectivos.

Asimismo, insta a estar pendientes de las señales de peligro, como aislamiento, pérdida de apetito, cambios bruscos de ánimo o de hábitos; ansiedad, depresión y estrés, a fomentar la cultura de la denuncia, a adoptar medidas de contención para quienes agreden atendiendo a las causas que los llevan a incurrir en actos de acoso, a garantizar la protección para la población de riesgo, y a establecer protocolos que garanticen la protección temprana e integral de las víctimas.

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