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Mi madre es maestra de primaria, ahora retirada pero toda su vida estuvo dedicada a la educación en escuelas de gobierno, por lo que me tocó vivir muy de cerca su compromiso, pasión y sobre todo su entrega a miles de niños que fueron sus amados alumnos. Recuerdo mi casa llena de exámenes por calificar, tareas, apellidos, apodos, y muchas anécdotas de quienes de vez en cuando se acercan por la calle, allá en el Puerto de Veracruz a saludarla y agradecerle. Fue, precisamente eso, lo que desde el principio me conectó de forma tan personal con la novela de Ángeles Doñate, El último vagón, una historia ubicada en algún tiempo y sitio perdido de México con personajes tremendamente humanos y que nos habla de la amistad, la inspiración, la imaginación, el descubrimiento del primer amor y de esos encuentros que la vida nos regala y nos transforma.

Uno de los aspectos que más me emociona de mi trabajo como cineasta es justamente la posibilidad de sorprenderme con cada proyecto. Cada película ha significado emprender un largo viaje de exploración y aprendizaje, y en el caso de El último vagón se convirtió en la oportunidad de abordar un género distinto con jóvenes, muy jóvenes actores que llenaron de energía, luz y pasión la película, y con actores y actrices a quienes admiro y respeto profundamente y con quienes fue un placer construir cada uno de los personajes y adentrarnos así en el mundo de la docencia en condiciones muy precarias y con el fascinante universo ferroviario de nuestro país. Más cinematográfico no podía ser, los vagones, las vías, los paisajes, sus habitantes, sus sueños y una vida durísima de trabajo y poca recompensa.

Estoy convencido de que El último vagón es una película luminosa y entrañable, de esas que estoy seguro permanecerán en la memoria del espectador tanto por su nivel emocional como estético. Fue una oportunidad fantástica para hacer una película bellísima en todo sentido acompañado por un equipo maravilloso de profesionales que aportaron todo lo que vemos y escuchamos en pantalla. Como director este viaje significó un reto de realización, trabajo con actores, tono, ritmo pero sobre todo y más importante la posibilidad fantástica que el cine nos brinda de establecer una conexión total con las audiencias.

Ernesto Contreras, Director

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Por Veral

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