En un ambiente de fe, tradición y profundo fervor religioso, más de 180 mil personas se congregaron este Viernes Santo en las calles del Centro Histórico de Puebla para ser parte de la 33ª edición de la Procesión de Viernes Santo, una de las manifestaciones religiosas más importantes del país.
Siete imágenes sagradas recorrieron la ciudad en un acto de devoción que unió a miles de familias, fieles y visitantes: El Niño Doctor de Tepeaca, la Virgen de la Soledad, la Virgen de los Dolores, Jesús Nazareno de San José, Jesús Nazareno de Analco, el Señor de la Misericordia y, como es tradición, la imagen más venerada por los poblanos: el Señor de las Maravillas.
Entre rezos, cantos y silencios solemnes, las imágenes fueron trasladadas por contingentes religiosos y laicos a través de un recorrido que incluyó las principales avenidas del primer cuadro de la ciudad. El evento fue organizado por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), la Arquidiócesis de Puebla y diversas instituciones de gobierno, con un operativo especial de seguridad y logística.
Durante la jornada, el Arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, destacó la importancia espiritual de este acto, afirmando que “las familias se conmueven al ver a cada una de estas imágenes religiosas, por el significado de paz, amor y entrega que representan”.
La procesión no solo reafirma la identidad religiosa del pueblo poblano, sino también su compromiso con el legado cultural y espiritual que esta tradición encarna desde hace más de tres décadas. Cada año, la participación crece, convirtiendo a este evento en un referente nacional de la Semana Santa en México.