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A quinientos años de haberse erigido una ermita a la Virgen de los Remedios en la cima del cerro Otoncapulco, hoy Basílica Menor de Nuestra Señora de Los Remedios, en Naucalpan, Estado de México, el doctor en Antropología Simbólica, Ismael Arturo Montero García, publicó un estudio exhaustivo sobre la primera y más antigua imagen de María venerada en la América continental, ejemplo de cómo se reinventó la civilización en estas tierras después de haber sido mutilada por la violenta codicia de la conquista.

Esta investigación, que ha derivado en el libro Cocotzin: Nuestra Señora de Los Remedios, fue presentada por el miembro del Sistema Nacional de Investigadores en la apertura del VI Coloquio de Arqueología Histórica, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). El programa de este encuentro académico continuará los días lunes de septiembre (6,13, 20 y 27), de 8:30 a 15:00 horas, por el perfil en Facebook del Museo Nacional de Historia. Castillo de Chapultepec.

En el coloquio, Montero García explicó que luego de sucumbir Tenochtitlan, el 13 de agosto de 1521, se implantó un nuevo orden social. Llegada la paz, se hacía necesaria la expiación de los crímenes de guerra consecuencia de la conquista, por lo que fue  necesario otorgarle un sentido humano a la promesa del Nuevo Mundo, de ahí que la utopía americana encontró en el culto a la Virgen de Los Remedios, la posibilidad de redención para los conquistadores, por eso le construyeron una ermita en la cima del Otoncapulco, hoy cerro de Los Remedios.

“La Virgen castrense que había acompañado a la expedición de Hernán Cortés desde su salida de Cuba en 1519, estaba dispuesta a guiarlos en la construcción de una ‘Nueva España’. En el siglo XVI era invocada como patrona de las lluvias, defensora de los españoles y abogada de los indios, siendo en ese tiempo más celebrada que ninguna otra advocación mariana, aún más que la misma Guadalupana”.

Sin embargo, continuó el también arqueólogo e investigador en el Posgrado de la Universidad del Tepeyac, a partir del siglo XVII la imagen mostró una nueva personalidad al “mexicanizarse”: “era española cuando se extravió después de la Noche Triste, pero después de 1521, en ella residieron elementos de la cultura indiana y europea que se conjugaron en un complejo de atributos que resultaron en la riqueza espiritual que favoreció a la generación de la nación mexicana”.

Lo anterior queda manifiesto en los frontispicios de los libros de fray Luis de Cisneros (1621) y Diego de Ribera (1663), que versan sobre Nuestra de Los Remedios. Aunque pueden parecer poco significativas, estas expresiones de identidad serían las primeras posturas que con el paso del tiempo desembocarían en protestas, y proveerían los fundamentos filosóficos, los discursos ideológicos y la organización social que propiciarían la insurrección por la Independencia de México, sostuvo el especialista.

En la transmisión del coloquio, enlazada con la campaña “Contigo en la distancia” de la Secretaría de Cultura, Arturo Montero enfatizó que los naturales del poniente de la Ciudad de México también hicieron suya a la imagen de la Virgen al otorgarle el nombre de Cocotzin, que se traduce del náhuatl como “Señora Niñita”, entendidas las reducidas dimensiones de la talla en madera que no sobrepasa los 30 cm. “La metáfora de la pequeñez de la escultura es su magnificencia”, señaló.

En el ámbito que corresponde a la cosmovisión mesoamericana, es sorprendente el hecho de que el sitio donde hoy se levanta la basílica de Los Remedios determinó el eje geodésico de la Ciudad de México, pues la traza urbana de Tenochtitlan obedecía geométricamente a la alineación entre los cerros hoy conocidos como de Los Remedios (Otoncapulco) y Peñón de los Baños (Tepetzinco). Esta orientación quedó manifiesta en el trazo de la antigua calzada Tacuba-Nonoalco que determina el eje este-oeste; mientras que su perpendicular, norte-sur, es la calzada de Iztapalapa. Fue así como se perfiló la retícula urbana de la actual capital de la República.

En opinión del antropólogo, la devoción a la Virgen de los Remedios con su tradicional fiesta religiosa, el 1 de septiembre, es una resistencia social a los contextos posmodernos propios de la globalización, que cuestionan el fervor religioso en su proyecto modernizador. Para los creyentes, la antigua ermita, hoy Basílica Menor de Nuestra Señora de Los Remedios, ha aliviado a la ciudad de México de sus desventuras a lo largo de 500 años.

El libro Cocotzin: Nuestra Señora de Los Remedios, coedición de la Universidad del Tepeyac e Ipan tepeme ihuan oztome, se compone de 280 páginas, mapas y cien ilustraciones a color, además de una amplia bibliografía. Está disponible de manera gratuita en la liga: https://www.academia.edu/44905442/Cocotzin_Nuestra_Señora_de_Los_Remedios

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Por Veral

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